No tengo inspiración

¡¡Tengo obras en casa!! Vivo mientras tanto en el pueblo, en una casa que me han prestado mis suegros. Está al lado de un lago y rodeada de monte, pero no me puedo inspirar. Tengo la cabeza llena de azulejos, radiadores, tarimas, colores de la pared y no cabe la inspiración, sino la acción. Acción para intentar que la obra acabe a tiempo, acción para que la mampara esté puesta, para que la encimera sea de la que he pedido y no otra, para que ese enchufe que ha quedado detrás de un radiador salga de ahí inmediatamente, para que al dar al interruptor se encienda la luz adecuada, ¡por favorrrrrrrrr! Para que sí me pongan el decorado elegido en la pared del fondo de la habitación, para que ese decorado llegue de Barcelona antes de que los obreros se hayan ido… Pero qué digo ido, ¡pero si piensan pasar la Navidad en mi casa!! Me dicen que a qué hora comemos las uvas normalmente… Al menos tienen sentido del humor…

Empiezan mis vacaciones y yo no he tenido tiempo de pensar dónde voy, ¿para qué? Si no me queda pasta y me las voy a pasar colocando muebles y libros y lámparas, mientras, eso sí, los obreros siguen terminando la obra del Escorial, que no lo era.

Si yo sólo quería que los niños tuviesen una habitación más grande y de repente te dicen que tienes que pintar y, ya que estás, pues que lo pongas liso, y claro, hay que cambiar el suelo de tu casa, con lo estupendo que es el parquet que lleva ahí toda la vida. Pero si no lo cambias, te quedará la habitación con desnivel. ¿Qué? ¡Desnivel! Noo, poonga tarima, claro, ya la pago yo…, como total voy a tener que acabar haciendo yo horas extras de albañil en algún sitio para poder pagar esto que me presupuestaron por la mitad de lo que va a salir, ¡qué más da!

Y en todo esto, dices: necesito inspiración, no tengo inspiración, necesito vacaciones, no tengo vacaciones, necesito dinero, ¡ya no tengo dinero! Necesito tiempo, ¡¡hala!!, se ha roto la caldera, en medio de esta situación relajante donde las haya, en la que uno tiene toda la capacidad de reacción; lo que necesitabas era más pasta que gastar, más tiempo que perder y más polvo pises donde pises…

Busco la filosofía por los rincones de esa casa preciosa, en la que he vivido tantas cosas entrañables, y la busco en el lago y en el monte, justo mientras me voy corriendo a trabajar a las siete de la mañana y el sol se refleja en el agua, y piensas: mi coche va en la dirección equivocada, páralo y quédate aquí.

¡¿Dónde están el poder del ahora, la eternidad del universo, la consciencia propia y colectiva… ahora?! Porque, es verdad, ya podían ser todos, colectivamente, más conscientes de mi situación, ¿no? No hay conciencia colectiva… ¡En las obras, no!

2 thoughts on “No tengo inspiración

  1. Impresionante tu escrito, Altea, y lo «bien inspirado» que está.

    Es difícil encontrar la filosofía en todo momento de nuestra vida cotidiana…, hmmm, ¿no era éste el título de este blog?

    Lo que nos propusimos quienes nos propusimos, en este apartado lugar de la red, la tarea de hacer la vivencia filosófica una práctica cotidiana, sabemos lo difícil que es difícil mantener esa actitud filosófica. Incluso en medio de una «obra de El Escorial» doméstica.

    Pero creo que nos has sabido transmitir muy bien tus sentimientos. No era fácil. Quizás algún día me atreva a contaros cómo encontrar la filosofía en una empresa que de la noche a la mañana anuncia el cierre irrevocable y el despido de todos sus empleados (entre los que me encuentro) sin posibilidad de rectificación. No es fácil tampoco. Lo tengo que pensar.

  2. No hace mucho encontré una sencilla fórumula que a mí me funciona, es del Dr. Viktor Frankl. En lugar de preguntarse ¿Por qué me pasa esto a mí? habría que preguntarse: ¿Para qué me pasa esto a mí? y ahí se pueden encontrar muchos sentidos, pero es algo personal que cada uno debe hacer por sí mismo.

    Por cierto, my bien escrito Altea.

    Abrazos.

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