Con los ojos abiertos

CON LOS OJOS ABIERTOS

¡El túnel de la vida! Cuántos enigmas se esconden en su interior. Y, sin embargo, basta con caminar a través de él con atención para que la luz que se adentra desde la entrada alumbre lo suficiente como para guiar nuestros pasos en el incierto comienzo de la andadura.

Solo una cosa está clara al principio: la boca del túnel queda detrás; la salida, delante. El sentido de la marcha está definido y no hay lugar a dudas, ya que este túnel tiene la particularidad de que, una vez dentro de él, no vale retroceder salvo pequeños tramos en su interior.

Otra luz aguarda al final, pero se muestra tan lejana al principio que no nos preocupa mientras descubrimos los primeros objetos en nuestro camino y también los primeros tropezones. Llegado un punto, la luz de la meta se presenta cada vez con más fuerza como algo ineludible: por allí saldremos, de una forma u otra.

Entre tanto, es difícil a veces acertar con la fórmula adecuada para avanzar erguidos, sin caernos demasiado. Cada recaída nos obliga a recuperar la posición perdida y a volver a ubicarnos para seguir la caminata.

A veces, la parcial oscuridad nos hace dudar sobre el sentido de la marcha; en ocasiones es cuestión de tiempo volver a recuperarlo; en otras, nos sirve de brújula el recuerdo de lo que hemos aprendido en los primeros pasos, y con alguna magulladura, volvemos nuevamente a caminar.

Pero hay en el túnel un regalo inesperado para los que se esfuerzan en avanzar con los ojos abiertos: la linterna de los que caminaron antes por el mismo trazado y descubrieron la mejor forma de atravesarlo.

Con ella podemos entender los extraños recovecos de la gruta, y lo que antes eran formas desdibujadas y sombras amenazantes se convierten en claros relieves llenos de belleza y volumen, con un significado real en el espacio, que nos permite, no solo no tropezar con ellos, sino disfrutar del recorrido.

Esta linterna se llama filosofía, y solo la pueden portar quienes tienen la inquietud de saber y el valor de buscar la mejor respuesta. La linterna nos muestra los restos de suciedad que se han ido acumulando en algunos rincones durante nuestro viaje por falta de mantenimiento, empujados por los vendavales esporádicos que sacuden el interior del túnel. Muchas veces no sabemos cómo se originaron, y a pesar de que en ocasiones nos escondemos en un rincón intentando eludirlos, siempre nos toca algo.

Lo que antes era un pequeño orificio en la lejanía, se convierte poco a poco en un gigantesco portal que nos absorbe, y otro misterio nuevo se abre en el horizonte: ¿encontraremos un nuevo paisaje como el que dejamos atrás?, ¿nos habrá dejado alguna pista algún generoso caminante que nos haya precedido?

No importa. Lo descubriremos porque hay luz. La luz de otro comienzo. Solo es necesario caminar con los ojos abiertos.

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