Buenos días, dijo el Principito.
Buenos días, dijo el internauta.
Era un personaje rechoncho, con una cara de forma casi rectangular, nariz achatada y amplia frente. Una cara casi plana, como un libro.
Cuatrocientos setenta y ocho mil doscientos veintinueve, cuatrocientos setenta y ocho mil doscientos treinta, cuatrocientos setenta y ocho mil doscientos treinta y uno…
El Principito creyó que estaba de nuevo ante el rico contador de estrellas.
Cuento amigos, dijo el internauta. No me interrumpas, que tengo muchos que contar. Cuatrocientos setenta y ocho mil doscientos cuarenta y siete, cuatrocientos setenta y ocho mil doscientos cuarenta y ocho…
Qué interesante, se dijo el Principito. Por fin he encontrado a un personaje que se preocupa por cosas realmente importantes.
¿Y cómo has conocido a tantos amigos? ¿Has viajado mucho?, preguntó el Principito.
No, nunca he salido de mi pequeño planeta. Los he conocido a todos por Internet.
¿Internet? ¿De qué se trata? ¿Es un lugar para reunirse?
No, eso es una pérdida de tiempo. Yo pongo mi nombre en una pantalla, otra gente lo ve y se hacen mis amigos.
Pero, ¿se reúnen alguna vez, o hablan y comparten actividades o gustos?
No, no hace falta. Solo les digo si quieren ser amigos, me aceptan y ya está. Pero no me interrumpas: cuatrocientos setenta y ocho mil doscientos ochenta y uno, cuatrocientos setenta y ocho mil doscientos ochenta y dos…
¿Y no sería mejor conocer mejor a tus amigos, quedar con ellos, felicitarlos cuando hay motivo de felicidad y estar a su lado en los momentos más difíciles?
No, eso es muy lento. Así nunca llegaría a tener un millón de amigos.
¿Y qué vas a hacer cuando tengas un millón de amigos?
Los contaré y recontaré. Quizás les escriba. Me han hablado de otra pantalla en la que se pueden escribir mensajes de menos de 140 caracteres. ¿Te imaginas? ¡Menos de 140! ¡Qué ahorro de tiempo!
Si yo tuviera ese tiempo, pensó el Principito, caminaría lentamente con mi amigo, bajo un cielo estrellado, compartiendo los lazos que nos unen, aun cuando estemos separados. Y que nos enriquecerían cada vez que volviéramos a vernos. Ese amigo, que para los demás hombres y mujeres parecerá una persona más dentro de los cientos de miles de la pantalla, será para mí más importante que todos los demás. Porque es el amigo que he elegido, que he cuidado y a quien todo el tiempo que le he dedicado hace que sea importante para mí.
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