El Principito en el planeta del adicto a los móviles

El Principito

El PrincipitoEl quinto planeta era muy curioso. Era el más pequeño de todos, pues apenas cabían en él un teléfono móvil y el hombre que lo manejaba. El principito no lograba explicarse para qué servirían allí, en el cielo, en un planeta sin wifi y sin población, un móvil y un hombre. Sin embargo, se dijo a sí mismo:

«Este hombre, quizás, es absurdo. Sin embargo, es menos absurdo que el rey, el vanidoso, el hombre de negocios y el bebedor. Su trabajo, al menos, tiene sentido. Cuando enciende su móvil, es igual que si estableciera comunicación con algún ser querido. Es una ocupación muy bonita y por ser bonita es verdaderamente útil».

Cuando llegó al planeta saludó respetuosamente al hombre:

—¡Buenos días! ¿Por qué acabas de poner a cargar tu móvil?

—Es la consigna —respondió el adicto al móvil—. ¡Buenos días!

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El Principito en el planeta del Youtuber

El Principito y el vanidoso

El Principito y el vanidosoEl segundo planeta estaba habitado por un Youtuber:

—¡Ah! ¡Ah! ¡Un admirador viene a visitarme! —Gritó el Youtuber al detectar la visita del principito.

Para los Youtuber todas las visitas son de admiradores.

—¡Buenos días! —dijo el principito—. ¡Qué sombrero tan raro tiene!

—Es para saludar a los que me aclaman —respondió el Youtuber. Desgraciadamente nadie hace un «me gusta» ni deja un comentario en mi vídeo.

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El Principito en el planeta de Internet

El Principito en Internet

El Principito en InternetBuenos días, dijo el Principito.

Buenos días, dijo el internauta.

Era un personaje rechoncho, con una cara de forma casi rectangular, nariz achatada y amplia frente. Una cara casi plana, como un libro.

Cuatrocientos setenta y ocho mil doscientos veintinueve, cuatrocientos setenta y ocho mil doscientos treinta, cuatrocientos setenta y ocho mil doscientos treinta y uno…

El Principito creyó que estaba de nuevo ante el rico contador de estrellas.

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