Sentido Común

 

SENTIDO COMUN

 

Mi nombre es Sentido Común y vivo en el piso de arriba de un alto edificio de la ciudad. Hace tiempo que me siento solo.

Pertenezco a una familia de alcurnia venida a menos y, aunque en tiempos antiguos éramos muchos, parece que mi linaje está a punto de extinguirse, porque el número de los “Común” hoy es bastante reducido.

Poseo una factoría de pequeños electrodomésticos muy útiles en las tareas cotidianas de los hogares. Aunque la empresa iba viento en popa, actualmente las cosas se han torcido, en parte por la competencia desleal, y en parte porque no he sabido hacerme ver lo suficiente ante mis clientes.

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La rebelión de las musas

LA REBELION DE LAS MUSAS

 

Antiguamente las musas iluminaban el quehacer de los hombres. Todos los campos del saber y del hacer tenían su fuente de inspiración, y los hombres apelaban a ellas para conseguir una obra lo más perfecta posible, fuera en pensamiento o en obra creada, a nivel de un individuo o a nivel de un pueblo. Por eso, las nueve hijas de Zeus velaron para que nada quedara “fuera de cobertura”: Clío se ocupaba de la historia; Polimnia, de la retórica, Calíope de la elocuencia… en fin, que las musas estaban muy ocupadas y los seres humanos no paraban de pedirles inspiración para todo.

Pero hoy, siglo XXI, realidad teledigital, muchedumbres sobre el planeta, las musas se echan las manos a la cabeza (metafóricamente hablando, claro, porque ni tienen que sujetarse la cabeza ni dejan de existir por la ignorancia humana).

Todo esto viene porque el otro día, haciendo mi trayecto habitual en uno de estos medios de transporte que llevan televisión incorporada (los que no lo llevan, ya son objeto de estudio para los antropólogos), me informaron (no tenía elección) de las excelencias de un tipo de arte que por lo visto está muy valorado actualmente (según se colegía del texto).

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Amenacemos con la paz

AMENACEMOS CON LA PAZ

 

En este mundo, en el que hay una amenaza constante de guerra, tengamos nosotros una amenaza más fuerte: la amenaza de la paz.

Amenacemos con la paz, amenacemos con la fraternidad, amenacemos con la comprensión que va más allá de todas las banderas, de todos los colores, de todos los horizontes, de todos los ríos, de todas las montañas.

Esa es nuestra amenaza, ese es nuestro derrotero.

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Filosofando

FILOSOFANDO

A veces, resulta extraño hacerse preguntas un poco trascendentes (qué es la vida, para qué estoy aquí, qué puedo mejorar, etc.), porque algo en el ambiente (en la oficina, en el comedor de tu casa o en el supermercado), tiende a empujar las conversaciones hacia lo superficial y rutinario, a pesar de ser preguntas que todos reconocemos como propias. Sí, es cierto que no parece adecuado entrar en la tienda y preguntar al dependiente: “¿no es curioso que hoy puede ser el último día de nuestra vida y todavía no lo sabemos?”. Pero sin llegar a estos extremos, sí deberíamos reservar unos minutos de cada día, al menos, para preguntarnos sobre el destino de nuestro viaje y los encargos que tenemos que cumplir antes de llegar.

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Lo esencial es invisible a los ojos

LO ESENCIAL ES INVISIBLE

 

Qué razón tenía el principito de Saint-Exupery, aquel principito que nunca olvidaba una pregunta hasta haber obtenido una respuesta. Verdaderamente, era un filósofo.

Su sencillez le permitía observar el mundo con una mirada limpia y humana en el más alto sentido de la palabra. Hacía preguntas al aviador que lo encontró con la desenvoltura con que solo un niño puede plantear las cosas: “¿esto qué es?”, “¿por qué haces esto?”, “¿para qué?”.

Fue así como llegó a la conclusión de que los adultos eran un poco raros: encontró a uno que le explicó que se dedicaba a contar estrellas del firmamento para tomar posesión de ellas y que no fueran de ningún otro. Era un hombre de negocios y no estaba para perder tiempo (vamos, lo mismo que hacen algunos jugando con los números de las cuentas bancarias: un botón aquí, el minuto exacto para invertir allá, lo vendo multiplicado por dos siete segundos después y ya tengo más que tú).

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Platón todavía funciona…

PLATON FUNCIONA

–Sí, se están muriendo de hambre pero no lo saben y tampoco quieren oírlo.

–No lo entiendo. ¿Por qué siguen aguantándolo?

–Echa un vistazo aquí debajo –le dijo Willie levantando una de las puntas del mantel para mostrarle todos los tobillos atados con cadenas a lo largo de la mesa.

Parecía algo increíble. –¿Están encadenados a la mesa? Entonces, ¿por qué parecen tan felices?

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La vida también palpita en la sombra

higuera

¿Qué tienen en común el estrangulador de Boston y la higuera estranguladora? El apellido, evidentemente, pero también su forma de actuar. Por supuesto, la higuera con más estilo, ya que actúa delante de nuestros ojos y no nos damos cuenta. Y, además, no deja huellas. Hay plantas que tienen costumbres tan poco recomendables como las de los humanos.

En los bosques tropicales, los árboles tienen hojas todo el año y la competencia por la luz hace que se forme un tupido techo vegetal en la cima, que apenas deja pasar la claridad hasta el suelo. Quien quiera luz ha de ir a buscarla. Aunque las posibilidades de una higuera parezcan escasas, la muy cuca puede llegar arriba como semilla a través de un ave que la haya ingerido y la deposite en un punto favorable de un tronco en el que se haya acumulado suficiente materia orgánica.

En ese caso, puede germinar y comenzar a crecer muy lentamente. Poco a poco, desarrolla un grupo de raíces que van abrazando a su anfitrión, y otro grupo de raíces, aparentemente inofensivas, que van descolgándose sigilosamente y sin prisa en el aire hasta que, con el tiempo, llegan al suelo. Entonces la planta, ya bien alimentada, acelera su desarrollo, y las raíces que envuelven el tronco principal engordan y forman un enrejado. La suerte de su casero está echada.

Pasan los años y las raíces que abrazan todo el tronco engordan más y más, asfixiando a su víctima y robándole todo el alimento. Finalmente, el árbol anfitrión muere y su tronco se pudre y desaparece, pero la higuera no se cae. Sus raíces ya han formado un cilindro hueco donde antes hubo un tronco vivo, capaz de mantenerse en pie por sí mismo. Como en las buenas historias de crímenes, el asesino se ha deshecho de su víctima sin dejar rastro.

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Banco solitario que observas…

BANCO SOLITARIO QUE OBSERVAS

Banco solitario, que observas desde tu puesto cómo la vida pasa…

Centinela de matices, que desvelas el secreto de los otoños rojizos y de los verdes veranos…

Reposo del fatigado, que te halla en su camino mientras ansía cobijo de su diario ajetreo…

Encuentro de enamorados, a los que oyes jurarse las más bellas intenciones para erigir su mañana…

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