Una obra de arte… ¿invisible?

 

Visto en el periódico ABC del 29 de mayo de 2021 (no, no era el Día de los Inocentes):

«Un artista vende por 15.000 euros una escultura inmaterial, invisible, que no existe».

Para los ojos que uso para ver (porque los de la imaginación los reservo para mejores causas), lo que se ha vendido por un dineral es el aire que hay sobre las losas del suelo. La foto de la obra que publica el periódico así lo demuestra.

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Rectas palabras

 

Uno de los tesoros filosóficos que nos ofrece el budismo, como filosofía práctica de vida, es el Noble Óctuple Sendero, que se compone de ocho claves o formas de actuar indispensables para no salirse de lo moralmente correcto.

Una de ellas consiste en cultivar las rectas palabras. Con un sentido muy amplio, se trata de no herir con ellas y de no utilizarlas como herramienta para fines egoístas. Es concebir las palabras como vehículo de lo mejor que podamos ofrecer.

Merece la pena reflexionar sobre si conservamos este profundo significado cuando nos vemos inmersos en muchas situaciones cotidianas, como emisores o receptores de mensajes. Somos responsables, por tanto, del efecto de nuestras palabras, y también debemos ser conscientes de aquellas que nos llegan. Como en todo, hay que tratar de comprender y elegir: palabras para sanar y no para dañar; para consolar y no para herir; para que la verdad resplandezca y no para ocultarla.

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La calma de un jardín

Quien no ha conocido la calma de un jardín oriental en una noche de verano, ignora que el paraíso existe en la tierra.

Allí se mezclan los perfumes de las rosas con los de los hibiscos y los tamarindos; un agradable frescor sube del suelo regado por los jardineros al anochecer. Uno se pone a soñar con un universo donde el ser humano sabría de nuevo fraternizar con la flor más humilde (Christian Jacq, El egiptólogo).

El ritmo de la piedra

 

¿Por qué dices: «oh, cosa muerta (…)? El ritmo de la piedra acaso sea otro ritmo, pero yo te digo que si sondeas las profundidades de tu alma y mides las alturas del espacio, no oirás más que una melodía, y que en esa melodía la piedra y la estrella cantan, una con otra, al unísono perfecto (Khalil Gibran, El jardín del profeta).

El arte con belleza

El arte con belleza integra la conciencia, casi siempre dispersa en lo superficial, produciendo una concentración agradable, espontánea y armónica. No importa que no conozcamos las leyes de algún arte determinado; simplemente apreciamos el efecto artístico de esas leyes (Delia Steinberg Guzmán).