¿A dónde nos lleva esto?
Escuchaba una vez hace mucho tiempo, de labios de un científico que, si algo podía hacerse había que hacerlo, refiriéndose en aquellos momentos a los grandes avances que ciencia y tecnología estaban haciendo en materia de clonación.
No hace tanto, sin embargo, hablando con un divulgador científico, me decía que la ciencia no debería tener límites para investigar, pero la tecnología sí debía tenerlos para crear. Más recientemente, algunos medios han publicado la enérgica protesta de un grupo de científicos contra el uso indiscriminado de la inteligencia artificial (IA), calificando de auténtica barbaridad que se delegue en los algoritmos de la IA el poder de decidir cosas tales como si una persona es o no apta para un puesto de trabajo, si en el futuro se va a convertir en un criminal o si su perfil personal es suficiente garantía para otorgarle o no un crédito. Y no solo aducen que es de locos dejar que las máquinas tomen esas decisiones por nosotros, sino que explican cómo los algoritmos matemáticos empleados para analizar y crear patrones de conducta con nuestros datos, están mal. Dicho de otra manera, no son de fiar.
Una de las razones (hay más) por las que la IA no es de fiar a la hora de tomar determinadas decisiones es que tiene sesgo. La IA se alimenta de datos, de millones y millones de datos que se han ido produciendo y se producen a lo largo de la historia. Se alimenta con las estadísticas de criminalidad de los últimos cien años, o con los datos de desarrollo laboral de los empleados en las grandes empresas desde 1950. Pero hace cien años, en EE.UU. se detenía y fichaba como criminales a algunas personas solo por el color de su piel, porque se creía que los negros eran criminales por el mero hecho de ser negros. En 1950 las mujeres, en las grandes empresas, difícilmente lograban ascender más allá de secretaria del director. ¿Qué ha pasado entonces cuando esos datos se han introducido en los programas de IA? Que el programa dice que si eres negro seguramente eres un criminal, y el programa dice que las mujeres no tienen interés por hacer carrera dentro de la empresa, porque desde 1950 solo una mujer ha llegado a directora de área. Así que, por muy inteligente y avanzada que sea la IA, no es capaz de eliminar nuestros prejuicios, y toma decisiones hoy basándose en las ideas de ayer.