Si bien en esta minisección de historias de filósofos, hasta ahora siempre he hablado de personajes controvertidos, en esta ocasión me toca hablar de, como diría el poeta, un hombre “en el buen sentido de la palabra, bueno”.
Reconozco que no puedo ser neutral pues, para empezar, su lugar de nacimiento es un sitio que me fascina. Priene, Mileto, Pérgamo, Éfeso, Afrodisias, son para mí unos lugares maravillosos de la costa jonia, de los que guardo tan buen recuerdo, y que recomiendo visitar a todos los enamorados de la historia de la Antigua Grecia.
Bías fue considerado uno de los siete sabios de Grecia, que vivió a mediados del siglo VI a. de C. Se puede decir que fue muy bien considerado en su época, y de él hay recopilados muchos apotegmas, o breves y agraciadas sentencias morales. El ejemplo que más se cita corresponde al momento en el que los habitantes de Priene se vieron obligados a evacuar la ciudad, que había caído en poder de los persas. Entonces, al preguntar a Bías por qué no llevaba consigo sus bienes, él pronunció estas palabras: “Todo lo que me pertenece lo llevo conmigo”, dando a entender con ello que los bienes más preciados para él eran su sabiduría y el tesoro de sus pensamientos.
Sus conciudadanos le consultaban con frecuencia acerca de asuntos litigiosos y siempre se negó a emplear su talento en provecho de la injusticia. Decía preferir juzgar entre enemigos que entre amigos, porque en el primer caso estaba seguro de ganar a uno de aquellos, mientras que en el segundo perdía a uno de estos.