¿Somos capaces de reconocer lo bello?

APRECIAR LO BELLO

¿Somos capaces de percibir lo bello? ¿Somos capaces de reconocer el talento? ¿Nos pararíamos a disfrutarlo? Estas son algunas de las preguntas recogidas en una especie de experimento acerca de percepciones y prioridades hecho por el periódico de Washington Post. El experimento no es reciente, data del año 2007, pero la cuestión es actual. A primera vista, las preguntas parecen inocentes, casi infantiles; al fin y al cabo, todos creemos que somos capaces de reconocer lo bello; pero ¿los somos?

Para contestar a estas preguntas, el Washington Post preparó un concierto de violín en la céntrica estación de L’Enfant Plaza, en la capital de Estado Unidos, Washington. Se trataba de averiguar cuántas personas perciben la música; cuántas reconocen esa música como bella; cuántas se pararán para escucharla y cuántas darán un donativo.

Sería interesante, antes de continuar leyendo, que cada lector se hiciera la pregunta: ¿qué ocurrirá? Veamos lo que el director de orquesta Leonard Slatkin contestó a esa misma pregunta: “Creo que quizás 35 ó 40 reconocerán la calidad. Unos 75 ó 100 se pararán para escuchar la música unos minutos. Y entre todos donarán unos 150 dólares”.

Veamos qué ocurrió.Estación de L’Enfant Plaza, 7:51 de la mañana de un frío 12 de enero de la ciudad de Washington. Un joven llamado Bell, vestido con pantalones vaqueros, una camiseta de manga larga y una gorra entra en la estación, desenfunda su violín y comienza a tocar.

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Feliz año 2012 y suerte con su ADN

Como cada año, deseo a todos un ¡FELIZ AÑO 2012!, aunque, según un artículo publicado en la revista “The economist”, titulado “Happiness is in your DNA”, la felicidad está en el ADN. Y, por lo tanto, es el ADN el que conforma nuestro grado de felicidad de la misma forma que conforma el color del pelo, la forma de las manos, el hígado o el número de zapato que calzas.

Y, lo siento mucho, pero tampoco puedo desearos ¡UN PRÓSPERO AÑO NUEVO! Porque en dicho artículo podemos leer: “Que la personalidad y la inteligencia se heredan es un hecho cada vez más claro y obvio, de modo que, presumiblemente, la tendencia a ser feliz o infeliz es, en cierta medida, producto del ADN”. O sea, que la inteligencia, necesaria para tener un poco de prosperidad, también es producto del ADN. El gen de la inteligencia se descubrió hace algunos años y se llama dysbindin-1 (DTNBP1). Y si no tenemos en nuestro cuerpo un poco de dysbindin-1 (DTNBP1) o en el de algún familiar cercano que además tenga el gen de la generosidad, olvídese del pavo en salsa, del turrón y de los roscos de Reyes.

Y si es usted uno de los afortunados que tienen un poco de inteligencia y un poco de felicidad, ni se le ocurra dar gracias a Dios. Porque según el genetista Dean Hamer, la espiritualidad y la fe son también producto del ADN. El gen se llama VMAT2, pero se ha popularizado como el “Gen de Dios”. A este paso, y con los adelantos que hay, cualquier día encontrarán el gen de la Capilla Sixtina, la Novena de Beethoven, el sabor de la paella y el rock & roll.

Todos estos descubrimientos están basados en la “teoría” de que la conducta es el resultado de la biología: son los genes y no los individuos los que evolucionan. Y evolucionan según la teoría de Darwin: tiempo y aleatoriedad. Así que bienvenido al mayor casino del mundo: el Casino de la Genética, donde las fichas ganadoras no son euros ni oro, sino genes felices e inteligentes.

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El pensamiento mágico se extiende a la economía

¿Os acordáis del milagro de la multiplicación de los panes y los peces?, cuando Eliseo ordenó: Dáselo a la gente para que coma. Su criado le contestó: ¿Cómo voy a dar de comer con esto a cien hombres? Replicó Eliseo: Dáselo, porque el Señor dice: «Comerán y sobrará». Ya lo creo que sobró. Con lo que sobró nos compramos: frigoríficos, lavadoras, pantallas de plasma, colegio en el extranjero para los niños, un piso en la ciudad, una pequeña mansión en el campo, un yate en el puerto…Y todo eso por “magia”.

Utilizo aquí la palabra “magia” en el mismo sentido con que la definió Umberto Eco en su artículo titulado “El mago y el científico”. Dice así: “La magia ignora la larga cadena de las causas y los efectos y, sobre todo, no se preocupa de establecer, probando y volviendo a probar, si hay una relación entre causa y efecto”. En este artículo, el Prof. Eco, intenta llamar la atención sobre el problema que el uso de la tecnología, sin conocer la larga cadena de las causas y los efectos, está produciendo en la sociedad. Apretamos un botón y ¡ya está!, se enciende el televisor; nos acercamos a una puerta y se abre sola; tecleamos un número y podemos hablar con cualquier persona por muy lejos que esté; tomamos un jarabe y nos baja la fiebre; apretamos un botón y tenemos una foto… El desconocimiento de la cadena de causas y efectos está creando en la sociedad una mentalidad “mágica” e irracional. Según Eco, al desconocer las leyes de la física, que están detrás de toda tecnología, “El usuario vive la tecnología del ordenador (y toda las demás) como magia”.

Pues bien, creo que uno de los problemas que tenemos es que “la mentalidad mágica” se ha extendido desde la tecnología a la economía y esto ha hecho que muchas personas, especialmente en política, vivan la economía también como magia: se ha perdido de vista la relación entre riqueza y esfuerzo. Hemos perdido de vista la relación que hay entre los pantalones que nos ponemos y el esfuerzo que hay que hacer para fabricarlos; entre el vaso de leche y el enorme trabajo que hay que hacer para criar vacas; entre abrir un grifo y tener agua y el trabajo de construir pantanos y todas las canalizaciones hasta nuestra casa… Vamos a un banco y vemos “magia” por todos sitios; aprietas un botón y ¡zas!, el dinero desaparece de una cuenta y aparece en otra de forma instantánea: pura “magia”.

Esto nos está llevando a vivir la economía de una forma irracional. Vivimos, al igual que en la Edad Media, instalados en el milagro: el milagro de cobrar, comer, beber, vestir, el coche, el ordenador, la mansión en el campo… sin saber de dónde, quién, cómo se crean todas esas cosas, como se crea la riqueza. El problema, señores y señoras, es que ahora falta de todo, no hay peces ni panes: el truco se ha terminado. Y lo que nos queda, ¡oh, Señor! es la factura que, con todo cariño, Eliseo nos ha dejado encima de la mesa.

Una barbaridad, don Hilarión

(Tachín, tachín, música de acompañamiento): «Hoy las ciencias adelaaantaaaan que es una barbaridaaaaad!». ¿Recordáis esta canción de don Hilarión en La verbena de la Paloma?

¡Ay, si este hombre viviera ahora! ¡Le daba un patatús!

Podría parecer que la física es una ciencia seria y rigurosa, que se basa en hechos comprobables experimentalmente, que verifica hipótesis acerca de las leyes de la materia a través de complicados teoremas y sofisticados laboratorios.

Efectivamente, así es.

Nada más lejos del rigor científico que pensar que la vida y lo que le ocurre a una persona se pueden explicar según un modelo físico y, por tanto, que el mundo en que vivimos se puede cambiar.

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Meditación

Hasta hace muy poco tiempo, todo esto de la meditación, el prestar atención a nuestro mundo interior, era un cuento que muy pocas personas y ninguna institución oficial se tomaban en serio. Hoy días las cosas han cambiado bastante, y tanto la medicina como la química, la psicología e incluso la física, comienzan a tomarse muy en serio el poder de la mente. Y no me estoy refiriendo a los llamados poderes parapsicológicos, sino a capacidades más cercanas y prácticas, como la creatividad, la capacidad de concentración, atención, memoria, a las posibilidades de controlar el estrés, las emociones y pensamientos.

Hoy día, todas estas cosas ya no son un cuento. Ahora sabemos, la ciencia lo está demostrando, que es la mente, las ideas, las emociones, la que conforma y forma nuestro mundo interior y exterior. Sabemos que cuando nuestra mente da significado a algo, ese algo lo vivimos como real, sea ese algo un fantasma, un dolor, un amor, el miedo, etc., sin ser conscientes de que solo es una interpretación, una especie de teatro montado dentro de nosotros mismos con un único espectador: nuestro “YO”.

Todos estos descubrimientos son realmente fascinantes. Nos acercamos a un enfoque parecido al de la filosofía clásica, la cual ha sostenido, desde tiempos remotos, que nosotros, las personas, no somos lo que comemos, como dicen algunos libros de cocina: somos, en mayor medida, lo que pensamos, sentimos y hacemos. Y es ese orden el que debemos intentar respetar: pensar, sentir y, por último, actuar.

Una cosa importante que tenemos que tener en cuenta todas las personas interesadas en este tema es que la meditación no es una forma, no es un método diseñado para huir de los problemas. Para eso están las drogas. Las drogas sí sirven para huir de los problemas, pero solo momentáneamente, porque cuando pasan sus efectos, los problemas siguen ahí, y normalmente, empeorados. Empeorados porque hemos perdido tiempo y energía que pudimos haber utilizado para resolverlos. Y la meditación es justo lo contrario, es un método que sirve para encontrar dentro de nosotros mismos la fuerza, la creatividad, la inteligencia necesarias para superar los problemas: no para huir de ellos.

Una de las instituciones que está ahora utilizando la meditación para conseguir beneficios a nivel físico, emocional y mental son las prisiones de Estados Unidos. En el centro correccional de Alabama se ha llevado a cabo una interesante experiencia de la cual dejo aquí un enlace para que la podáis ver.

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El nacimiento de la ciencia

–¡Oh! Es impresionante.

–Sí, es un paisaje muy bonito.

–No, no me refiero al paisaje. Me refiero a una frase de Albert Einstein que está en una de las páginas de la agenda que me regalaste para este año, 2011. Dice así: “Lo más incomprensible del universo es que sea comprensible.

Ciertamente, el hecho de que seamos capaces, hasta cierto punto, de comprender el universo, de preguntarnos cosas y de buscar respuestas, de la misma manera que un perro busca un hueso en el jardín, es algo incomprensible e impresionante. Pero ¿cómo, cuál es el medio que nos permite comprender, preguntar y buscar?

La respuesta que encontraron un pequeño grupo de filósofos que vivieron en pequeños poblados aislados de todo y sin apenas medios fue que la Naturaleza es inteligible, es comprensible, porque todos tenemos un pequeño pedazo de esa misma naturaleza que llamamos mente.

El historiador británico H.D.F. Kitto describió en su libro Los griegos ese momento histórico, tan parecido al descubrimiento del fuego, de esta forma tan sugestiva: “Pido al lector que, por un momento, acepte la siguiente declaración como una exposición de hechos razonables: en una parte del mundo que durante siglos había alcanzado un altísimo grado de civilización, surgió gradualmente un grupo de personas, no muy numeroso, no muy poderoso, no muy bien organizado, que tenía una concepción absolutamente nueva del sentido de la vida humana y que por primera vez demostró para qué estaba hecha la mente del hombre”.

El fin de la materia

El fin de la materia

El fin de la materiaA las ya tradicionales preguntas de la filosofía, ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿hacia dónde voy?, hay que añadir otra que se está convirtiendo en muy importante, tanto para la filosofía como para la ciencia: ¿de qué estamos hechos?, ¿de qué están hechas las cosas?

Hasta no hace mucho tiempo estas últimas preguntas no parecían muy razonables; al fin y al cabo, la respuesta parecía tan evidente como irrefutable: estamos hechos de materia, todo es materia. Pero, alrededor del año 1900, se produjeron algunos descubrimientos que hicieron que estas preguntas sí fueran importantes.

El título de este post no es mío, lo he tomado prestado de un artículo que publicó en 1902 el físico-matemático Henry Poincaré (Francia, 1854-1912), y que comenzaba así: Uno de los descubrimientos más asombrosos que los físicos han anunciado en estos últimos años es el de que la materia no existe. Y continuaba: Apresurémonos a decir que este descubrimiento no es todavía definitivo.

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Enredos

enredosHace poco tome prestado de la biblioteca un libro titulado “El espejismo de Dios” de Richard Dawkins. Dawkins es titular de la Charles Simonyi de la Universidad de Oxford y es autor de otro libro muy famoso “El gen egoísta”. En ese libro Dawkins defiende su idea de que Dios no existe, y lo hace muy bien. El libro es ameno, tiene muchas anécdotas escritas con un punto de humor británico que tanto gusta.
Desde luego no pienso no pienso discutir con nadie, ni siquiera con Richard sobre si Dios existe o no. Todos tenemos derecho a creer o a no creer, y vaya por delante que a mí sus creencias personales no me importan y creo que a Dios, si existe, tampoco le importarán mucho. Así que no quiero hablar sobre creencias, pero sí sobre conceptos enredados.

En el prefacio de dicho libro podemos leer: Imagine, con John Lennon, un mundo sin religión. Imagine que no hay terroristas suicidas envueltos en pólvora, que no existe el 11-S o el 7-J, que no hay cruzadas, caza de brujas, ni el Complot de la Pólvora, ni la división de la India, ni las guerras árabes-israelí, ni la persecución de los judíos, como “asesinos de Cristo”, ni los “problemas de Irlanda del Norte, ni la “muertes de honor”, ni telepredicadores. Imagine que no hay talibanes para volar estatuas antiguas, ni decapitaciones, ni blasfemias publicas, ni azotes en la piel de mujeres por enseñar una pulgada de esa misma piel.”
A todo esto se podría añadir muchas más cosas y, por supuesto, a mi me gustaría imaginar, junto con Lennon, Dawkins o con cualquier persona de buena voluntad, un mundo sin todos estos crímenes, manipulaciones y mentiras. Pero ¿qué tiene que ver la religión con esto?

Es verdad que en nombre de Dios se han cometido muchas atrocidades, pero también se han cometido atrocidades en el nombre de la paz, del comunismo, del capitalismo, del petróleo, de la industria maderera e incluso cerca de mi casa se ha cometido varios asesinatos por un aparcamiento. Así que ¿son culpables los aparcamientos de estos crímenes? Es evidente que no.
Son muchos los que caen en este error de confundir a Dios con las ideas e imágenes que sobre Dios tienen las distintas culturas y del uso que de esas imágenes hacemos las personas.
Creo que sea lo que sea en lo que cada uno creamos, siempre se podrá defender con honestidad, sin hacer daño a nadie y sobre todo sin fanatismos religiosos, por supuesto, pero también sin fanatismos materialistas y sin “Enredos”.

Abraham de Moivre

Es curioso la gran cantidad de páginas web en las que aparece el anuncio: ¡Calcula la fecha de tu muerte! No sé muy bien cómo harán los cálculos. Pero no hay dudas de que el rey en este campo fue el matemático francés Abraham de Moivre.

Moivre hizo grandes aportes a las matemáticas: números complejos, trigonometría, cálculo de probabilidades, etc. Fue miembro de la Royal Society y buen amigo de Newton. A pesar de éstos y otros muchos méritos, Moivre fue pobre toda su vida. Se ganaba la vida entre las clases particulares y jugando al ajedrez en su cafetería favorita.

A Abraham de Moivre le llamaron en su época el rey del cálculo. Pero Abraham de Moivre ha pasado a la historia como el hombre que predijo exactamente la fecha de su muerte. Cuentan que un día, al levantarse por la mañana, cayó en la cuenta de que cada día dormía veinte minutos más que el día anterior.

A partir de ahí conjeturó que moriría el día que durmiera durante 24 horas. Ese día, calculado por él mismo, era el 27 de noviembre de 1754. La causa oficial de su muerte quedó registrada como «somnolencia».

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¿Cree Vd. que vivimos en el mejor de los mundos posibles?

Esta fue la pregunta con la que terminé uno de mis posts, y la verdad es que no contestaron muchas personas. Pero, yo por mi cuenta, he hecho esta misma pregunta a cuantos amigos y conocidos he tenido a mano. Casi todos han contestado que no, que no vivimos en el mejor de los mundos posibles. Esta respuesta no me extraña, y entiendo que la mayoría de las personas no estén de acuerdo con la afirmación del filósofo Gottfried Leibniz de que “vivimos en el mejor de los mundos posibles”. Tienen un buen argumento a su favor: ¿cómo justificar la presencia del mal, de las dificultades, de los problemas, del dolor?

Un vaso que se cae, un accidente de coche, la sequía que arruina una cosecha, una enfermedad inesperada, despidos masivos, lluvias torrenciales, sequías interminables, empresas en ruina, terremotos, tsunamis, guerras, etc. Las dificultades y el dolor nos rodean, están en todas partes.

La respuesta a la pregunta ¿cómo justificar el mal y las dificultades? la podéis encontrar en la portada del libro de Darwin: “El origen de las especies mediante la selección natural o la conservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida” LUCHA POR LA VIDA. Sin lucha, sin dificultades, no habría evolución.

El dolor se ha mostrado como la mejor ventaja competitiva que tenemos. Es un aviso de que algo va mal y tenemos que corregirlo; el dolor ayuda a reorientar nuestros movimientos y a esta continua reorientación, cambios y adaptación es a lo que llamamos evolución.

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