En congruencia con el festejo del blog número 100 y quedando pendiente hablar de la mujer a cuento de Hipatia, para otro día, quisiera recordar, en nombre de todos los que hacemos este blog, por qué comenzamos, por qué nos motiva tanto. Siempre es bueno tener presente lo que nos mueve, repeinarlo y relucirlo, precisamente para que la libertad se dé, para que las grandes inquietudes no se conviertan al paso del tiempo en un porque sí. Desde luego ese no es nuestro caso, no dejan de surgir nuevas ideas y ganas de muchas posibilidades que en ocasiones dejamos «en espera» por cuestiones de tiempo o de logística.
A los blogueros acropolitanos nos gusta lo que hacemos y, sobre todo, nos gusta hacerlo así, exactamente de este modo. Cabe la posibilidad de que los de la escuela más pura se crean que lo nuestro no es filosofía, que hacemos poco hincapié en los filósofos que durante toda la vida han dejado su huella, que no parecemos doctos. Pero lo cierto es que lo hacemos aposta.
Ya otros se han ocupado de escribir libros, de ser magnánimes con sus frases. Nuestro propósito es otro perfectamente compatible con los «grandes» filósofos de los que todos bebemos. Nuestro propósito es hacer llegar la filosofía, precisamente, a quien no conoce esas teorías, a quien se asusta de ellas no por lo que dicen, si no por lo elocuentes, por su «brillantina». Y, por otra parte, compartir la práctica de la filosofía bien vivida, más que hablada, más que resabida con todos aquellos que conocen y admiten todas sus dimensiones como ser humano.
Estamos convencidos de que todo hombre es un filósofo aunque no muchos sean conscientes de ello. Nuestro sueño es que la filosofía salga a la calle y llene los bares, los atascos, los partidos de fútbol, los hogares, porque, realmente, ¿qué no es filosofía?
Pretendemos, deseamos, soñamos hacer de la filosofía algo cotidiano y para ello la traducimos de los «grandes» a los «muchos» y la inducimos de nuestro día a día para ellos.
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