La muerte de una persona muy querida para Candy Chang, una artista local de Nueva Orleans, la llevó a reflexionar sobre la muerte y sobre la vida. Pensó, según cuenta la propia Chang, en lo fácil que nos resulta quedar atrapados por los pequeños problemas, en lo breve que es la vida y en cómo olvidamos lo que realmente importa. Estas reflexiones la llevaron a la pregunta que está en el corazón de este proyecto: ¿qué le gustaría hacer antes de morir?
Se dijo que: antes de morir quiero cantar para millones, ver a mi hija graduada, comer todos los dulces y sushi del mundo, construir una escuela, abandonar todas las inseguridades, ser completamente yo mismo…
Pero Candy Chang no estaba satisfecha con solo conocer sus propias respuestas, sus propios deseos: “quería saber lo que era importante para la gente de mi barrio. Así que, con la ayuda de viejos y nuevos amigos, pinté el lado de una casa abandonada en mi barrio de Nueva Orleans con pintura de pizarra y estampada con la frase “Before I die I want to…” (Antes de morir me gustaría…) para que cualquiera pueda recoger un pedazo de tiza, reflexionar sobre su vida y compartir sus aspiraciones personales en un espacio público. Todo fue un experimento y no sabía qué esperar. Al día siguiente, el muro estaba lleno de respuestas, que fueron y siguió creciendo”.
El proyecto creció y creció; primero pasó de un barrio a otro, más tarde de una ciudad a otra y, de pronto, saltó a otros países, Kazakstán, México, Italia, Australia, Portugal, Argentina… Uno de los últimos países en incorporarse a este proyecto ha sido España, en la ciudad de Córdoba, que nació por iniciativa de un grupo de educadores sociales de Andalucía. Este enorme impacto social, que comenzó con una pregunta, un poco de pintura y unas tizas, ha llamado la atención de todos los medios. La revista The Atlantic lo ha catalogado como uno de los proyectos más creativos que se ha llevado a cabo por una comunidad.