Elegir para iluminar

ELEGIR PARA ILUMINAREs curioso el fenómeno de la luz…

Hay un momento en La Ilíada de Homero en que a Aquiles se le plantea un dilema: tiene que elegir entre tener una vida corta y gloriosa o disfrutar de una vida larga y placentera sin grandes cosas que reseñar. La cuestión se la formula su madre, que era diosa y había oído algo de una profecía que le concernía (eso era una madre).

Esto me recordó las enseñanzas de un gran filósofo del siglo pasado (J. Á. Livraga) cuando explicaba cómo es inevitable que una vela se consuma para poder dar luz. En su sentido filosófico significa que en la medida en que se ilumina nuestro camino a través del esfuerzo individual por ser mejores y mejorar un poco el mundo, se ilumina también un poco el de aquellos que nos rodean.

Ahora es poco probable que nuestra madre nos presente una elección tan bestia como la de Aquiles, pero en cada recodo de la vida, una voz al oído, como si fuera un geniecillo al que le resulta difícil estar callado, nos sigue preguntando: ¿quieres ser luz que ilumina o vela de cera sin estrenar?  O, según el día que tenga el geniecillo: ¿qué prefieres? ¿Una vida dedicada a obtener el reconocimiento de los demás y el beneficio propio, o una vida ceñida a unos principios éticos aunque eso te cueste ser menos rico o incluso que te tachen de tonto o te ignoren?

Dado que vivimos tiempos más bien oscuros (y no lo digo precisamente por que hayan bajado la iluminación de algunas ciudades por la contaminación lumínica y por la crisis), no vendrían mal algunas velas más. Si habéis hecho la prueba en algún sitio poco transitado o en algún lugar del campo, habréis comprobado que la luz de una vela en la oscuridad absoluta se ve desde muy lejos. Y no solo ilumina al que la lleva en la mano, sino a cualquier otro que se arrime a su vera. Vamos, que podemos animarnos a encenderla por nosotros o por los demás, lo que más nos motive.

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Buen comienzo

BUEN COMIENZO

Hay momentos en el año especialmente dotados para hacernos sentir que comenzamos, que tras el desgaste de las rutinas y los cansancios podemos empezar una nueva página en blanco del libro de nuestra vida, y este, del año nuevo es uno de los más privilegiados. Por algo, en su propio nombre, enero, lleva el significado de una puerta que se abre, de un inicio, una expectativa hacia el futuro.

El tiempo circular, que rige de alguna manera nuestras experiencias, impone este régimen gobernado por la imaginación y los símbolos que nos permite instalarnos en una realidad psíquica, elevar nuestra conciencia y probar a volar con las alas del alma.

Imaginar que comenzamos un nuevo capítulo de nuestra historia nos libera del lastre de los fracasos y las decepciones, podemos volver a mirar a nuestras aspiraciones, a revisar los viejos proyectos.

No sería eficaz esa especie de renovación de intenciones sin un examen previo, sin un balance hecho aprovechando el final de un ciclo que se va con el año que termina. Antes de lanzarnos a emprender los desafíos y los retos haremos bien en revisar si hemos cumplido con las expectativas que nos habíamos hecho, si hemos cargado nuestros días de esfuerzos para alcanzar nuestras metas, o si, por el contrario, el tiempo nos pasó por encima y nos encontramos al acabar un ciclo, derrotados.

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Aprender y recordar

APRENDER Y RECORDAR

 

Decía Platón que en realidad, aprender, lo que se dice aprender, no podemos aprender gran cosa. Que lo que de verdad hacemos, es recordar. Es en el Fedón, mientras Sócrates explica a sus discípulos por qué no tiene el más mínimo temor a la muerte, instantes antes de cumplirse la sentencia de muerte a la que la ciudad de Atenas le ha condenado. Sócrates no teme. Sócrates cree que el alma es inmortal. Cree también que desde antes de nacer, el ser humano está en contacto con las esencias, ideas o arquetipos de todas las cosas: la idea de mesa, la idea de perro, la idea de rosa, la idea de casa, la idea de la generosidad, la idea del valor y, por supuesto, esa idea inmensa de lo bueno. Desde ese punto de vista, el ser humano, al nacer, antes de que su toma de contacto con el entorno cultural y de que este le introduzca los conceptos de lo que es correcto y lo que no es correcto, antes de eso, ya sabría qué está bien y qué no está bien. Y lo sabría porque antes de nacer su alma estuvo junto a la idea de lo bueno en ese mundo platónico de las ideas.

Platón lo explica mucho mejor, desde luego. Sin embargo, un reciente experimento realizado por investigadores de la Universidad de la Columbia Británica en Vancouver, dirigido por la profesora Kiley Hamlin, parece demostrar que los bebés ya tienen nociones acerca del bien y del mal, y son capaces de reconocerlos. El experimento, muy sencillo y, a la vez, extremadamente interesante, se realizó con bebés de entre seis y diez meses. Lo que hicieron fue ir mostrándoles unas secuencias animadas en las que unas figuras geométricas, con ojitos y bracitos para personalizarlas, realizaban unas acciones. En la primera, un círculo trata de subir una pendiente empinada pero no puede hacerlo solo. En la segunda, un cuadrado azul le ayuda a subir. En la tercera y última, un triángulo amarillo empuja al círculo, que se precipita hacia el fondo de la pendiente. Después de repetir varias veces las secuencias para asegurarse de que los bebés las habían entendido, pasaron a la segunda parte. Frente a los niños, ponen las dos figuras decisivas: el cuadrado azul y el triángulo amarillo. El 87% cogió el cuadrado y, lo más curioso, el 100% de los niños más pequeños, los de seis meses, ignoraron por completo el triángulo.

La conclusión de los científicos es que, de alguna manera, no solo los bebés de corta edad distinguen y reconocen los comportamientos correctos y los incorrectos, sino que, además, prefieren los correctos y comprenden el castigo de los que están mal. Los investigadores están investigando el mismo comportamiento en niños de hasta tres meses, y los resultados no son muy diferentes. Así que, a la luz de estas cosas, no vendría mal darle otra lectura al Fedón.

Más sobre las sectas

Nueva Acrópolis - sectas

Nueva Acrópolis - sectasReleyendo la brillante reflexión sobre las sectas escrita por la Directora Internacional de Nueva Acrópolis, he estado pensando en la facilidad con que las palabras cambian de significado, según el momento histórico o la ocasión. Aunque todas las religiones, partidos políticos e incluso escuelas de filosofía nacieron separándose de una entidad o un tradición existente, es decir siendo una secta o sección de la rama ortodoxa, hoy se utiliza la palabra secta para descalificar cualquier grupo que propone otra forma de afrontar la realidad. De hecho, las connotaciones sectarias son casi delictivas y así queda en el uso popular de esa palabra, que se emplea contra cualquier grupo al que se quiere condenar por su «peligrosidad». El término «sectarismo» está cargado de significados como odio o intolerancia y por supuesto la defensa del bien propio del grupo o de sus dirigentes contra el bien de la sociedad en general.

Otro de los posibles orígenes de la palabra «secta» hacen referencia al latín «sectator» o seguidor de una determinada doctrina. Tanto si una secta es un grupo «separado» o «seguidor» de una determinada doctrina, por influencia religiosa se relaciona con herejía (del griego «hairesis«, elección) que luego pasó a significar una desviación de la doctrina oficial.

En cualquier caso, actualmente es un término peyorativo que se utiliza como arma arrojadiza contra cualquier grupo humano cohesionado y que pretende cambiar los valores de la sociedad a la que critica. Nada nuevo en la historia de la Humanidad: lo que ayer nació como secta, hoy, en el poder, se convierte en el azote de otras «nuevas sectas». Y que conste que no estoy pensando sólo en religión, sino en política e incluso ciencia o arte.

¿Por qué me preocupa ahora el tema de las sectas? Hace algún tiempo escribí acerca de lo harto que estaba de las críticas sin fundamento a Nueva Acrópolis, llenas de prejuicios y faltas de un análisis serio y directo de lo que es Nueva Acrópolis. Una de las acusaciones más corrientes que se hacen contra Nueva Acrópolis es la de ser una secta. Sin embargo, como leemos en este blog de Nueva Acrópolis titulado La fuerza del ejemplo, «Nueva Acrópolis no es una secta, pues su planteamiento filosófico y humanista lo aleja completamente de posturas cerradas, fanáticas y excluyentes».

Para mí está claro que quien no quiere detenerse a pensar, acusa de secta o comportamiento sectario a los que no entiende. Pero también es posible que lo utilice quien quiera tener entretenida a la gente creando un enemigo al que atribuir todos los males. Piénsalo, ¿no querrán matenernos distraídos?

Aire fresco, aunque sea haciendo trampa

AIRE FRESCO

Vivo desde hace poco en un sitio donde los caracoles salen a pasear por las mañanas como si hubieran hecho una quedada por wasap y donde se puede escuchar el canto de los gallos tempraneros en el silencio de los domingos por la mañana (que yo pensé que solo se podía oír en los documentales). A diez minutos caminando se percibe ya el fragor creciente de la fábrica de forjas, y esporádicamente, el rugir de motores de los aviones que despegan del aeropuerto vecino, lo cual me recuerda que vivo en una ciudad siglo XXI.

Hasta ahora vivía en una céntrica plaza donde la rutina era despertar a las seis de la mañana con el arranque de los primeros autobuses, vivir entre los silbatos de los trenes de la Renfe, la megafonía de los de la Feve, la bocina del Ferry los jueves y los pitidos de los atascos; la máquina de limpiar las calles (muy potente ella) animaba el ambiente a las 4 de la madrugada; de los findes se ocupaban los vociferantes trasnochadores; y las animadas discusiones de los del bar de la esquina ponían la guinda por las tardes. Todo en la misma calle.

Mi apartamento era de esos en los que cabe uno de sobra y dos no entran ni con calzador. Sabía que existían casas en las que no te tropiezas con las esquinas porque había visto las películas antiguas de blanco y negro, en las que la protagonista bajaba a la fiesta por unas escaleras… ¡dentro de la misma vivienda! Uno de mis sueños “domésticos” siempre fue tener toda la pared decorada con un hermoso paisaje evocador de dulces sonidos de pájaros y riachuelos.

Y mira por dónde, esto ya estaba inventado desde hace mucho. Lo recordé al leer un interesante artículo sobre los trampantojos, esos engaños ópticos que hacen que una pared se convierta en una ventana abierta o en una selva tropical: https://biblioteca.acropolis.org/cuando-las-paredes-dejan-de-serlo/

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Las aladas palabras

LAS ALADAS PALABRAS“Así dijo rogando. Acercósele Atenea, que había tomado el aspecto y la voz de Mentor, y dijo estas aladas palabras(La Odisea, Canto II).

Como en la frase transcrita, “aladas palabras” aparece sesenta y dos veces en el poema épico griego conocido como La Odisea, escrito por Homero, un aedo (poeta cantor) griego de la Antigüedad, del que se desconoce con exactitud su origen y fecha de nacimiento.

La Odisea y la Ilíada, en un principio eran cantadas y su tradición se mantuvo de manera oral, para lo cual los cantores debían hacer un extraordinario uso de la memoria. Luego, las obras fueron transcritas en fechas para nosotros lejanas (s. VIII a.C.).

En La Odisea se narra la vuelta a casa de Odiseo (Ulises para los romanos) tras la guerra de Troya. Este libro era y es en la actualidad un marco de referencia para la educación de los jóvenes de la antigua Grecia, luego en Roma y hasta hace unos años en el mundo occidental. Encierra enseñanzas de profundo contenido moral, pero no es el tema del que quiero escribir en este artículo.

En el caso de La Odisea y en La Ilíada, las “aladas palabras” son pronunciadas por los dioses, los héroes, los sabios y aun por los hombres y mujeres prudentes. Estas tienen el poder de volar y aun de transportar al que las dice y al que las escucha al elevado mundo de los grandes ideales.

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Filosofía en los blogs

FILOSOFIA EN BLOGS

 

Entre las nuevas aportaciones que ha producido Internet en los últimos años se encuentra el fenómeno, cada vez más extendido, de los “blogs” o “bitácoras”, como se les llamaba al principio en castellano.

Se trata de ir reflejando en una suerte de diario digital impresiones, comentarios, noticias, reflexiones, en primera persona, sobre los más variados asuntos. En esto, como en muchas otras cosas, Internet da facilidades para que todo aquel, o aquella, que sienta que tiene cosas que decir lo haga sin más limitaciones que la propia capacidad o el interés que despierten en los demás las propias consideraciones.

No deja de ser un giro interesante el que se ha producido en la orientación de la red de redes, concebida en principio para hacer circular información, como empiezan haciendo las nuevas herramientas que las tecnologías van diseñando y poniendo en nuestras manos. Del imperio de la información estamos pasando al reinado de la opinión, con la presencia de esta nueva variedad que son los blogs personales.

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Saber esperar

CACHORRO 2

Todo tiene su tiempo. Los que cultivan el campo saben que hay un tiempo de sembrar y un tiempo de recoger. Los padres van descubriendo poco a poco las distintas etapas del crecimiento de sus hijos. El aprendizaje, la creación, el desarrollo… todo tiene unos ritmos propios que necesitan seguirse en el orden adecuado. La propia naturaleza se expresa cíclicamente, y cada uno de esos ciclos representa unas posibilidades diferentes y únicas. Saber esperar y aprovechar cada momento es una clave de éxito no cuantificable en dinero, sino en felicidad.

 Hace muchos años se hizo un experimento en un colegio. La profesora dejó unos caramelos en la mesa de cada niño y les dijo, antes de salir, que si esperaban a que ella regresase sin comérselo, les daría otro. Evidentemente, tal cual salió la profesora de clase, unos chicos se lanzaron sobre las golosinas, mientras que otros, pensando en la doble recompensa, esperaron hasta el regreso de la maestra. Tras el experimento se hizo un seguimiento del desarrollo de los niños en el colegio y en el entorno laboral, y lo que se vio fue que los que supieron esperar alcanzaron puestos de trabajo más altos que los que no.

 Este ejemplo, aunque enfocado al éxito profesional, da una idea de las capacidades psicosociales que se desarrollan cuando se aprende a guardar los tiempos. En otro contexto, podríamos echar un vistazo a la creciente ansiedad por el ¡ya! Lo inmediato se vende como lo mejor. Desde la comida hasta la limpieza, pasando por los trámites burocráticos o los tratamientos médicos. Cada vez hay más facilidades para obtener lo que necesitamos sin tener que esperar. Sin duda eso es bueno, pero genera un efecto secundario que nos ha pasado desapercibido y que se nos cuela sin darnos apenas cuenta, y es que perdemos la capacidad y el deseo de esperar. Nos volvemos impacientes.

 Paradójicamente, mucha gente corre en el coche o en el transporte público para llegar a un trabajo que detesta, y del que está deseando salir corriendo cuando se acerca el fin de nuestro horario. Somos capaces de no comprar algo si hay que hacer demasiada cola y se ha demostrado tras un estudio que tras pulsar el botón del ascensor, la gente empieza a impacientarse a los 20 segundos.

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Sentido Común

 

SENTIDO COMUN

 

Mi nombre es Sentido Común y vivo en el piso de arriba de un alto edificio de la ciudad. Hace tiempo que me siento solo.

Pertenezco a una familia de alcurnia venida a menos y, aunque en tiempos antiguos éramos muchos, parece que mi linaje está a punto de extinguirse, porque el número de los “Común” hoy es bastante reducido.

Poseo una factoría de pequeños electrodomésticos muy útiles en las tareas cotidianas de los hogares. Aunque la empresa iba viento en popa, actualmente las cosas se han torcido, en parte por la competencia desleal, y en parte porque no he sabido hacerme ver lo suficiente ante mis clientes.

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