
Publicado el 15 de octubre de 2011 en http://acropolis.org.sv/blogs/?p=160
Nosce te ipsum (Inscripción en el templo de Apolo en Delfos).
Estas palabras en latín se traducen: “Conócete a ti mismo”. A menudo somos bombardeados por grandes cantidades de información, los datos son lanzados a diestro y siniestro, y los que desean informarse e investigar están en la encrucijada de elegir una fuente confiable. En épocas anteriores la falta de información era la perfecta justificación para el desconocimiento de las cosas; ahora el péndulo de la historia se balancea al otro extremo, el exceso de información deja a gran parte de la humanidad inmóvil ya que hace desconfiar de las fuentes de la misma. Recordemos: nada en exceso, la perfecta armonía se logra solo por el camino del equilibrio.
Sin duda alguna, querido lector, tú ya sabes estas cosas. Creería que ya hay un exceso al respecto, es decir, que ya se ha comentado tanto de esta situación de “sobreinformación” que se esté trillando el tema. Es el propósito de estas breves líneas compartir contigo el descubrimiento de una fuente infalible, que no es ningún sitio web en particular, ni mucho menos un manual o un libro mágico. Esta fuente a la que me refiero nos acompaña desde el momento en que nacemos y es por derecho nuestra verdadera esencia. Muchos a través de los años le han llamado corazón, intuición, alma, y otros tantos nombres que hacen referencia a un misterioso ser interior o la voz de nuestra conciencia como es mejor conocida popularmente. Este ser es el que reconoce inmediatamente la verdad cuando la escucha; ¿no te ha pasado que de repente captas algo y lo entiendes a la perfección de alguna forma inexplicable, que algo en tu interior te dice que es verdad y te llena de certidumbre, alegría y paz?, pues de eso es lo que se trata al escuchar a nuestro ser interior.