La gran escapada

Si hiciéramos caso a los mensajes publicitarios que nos inundan en esta época del año, tendríamos que pensar que el mundo se ha detenido y todos nos hemos ido de vacaciones, es decir, hemos abandonado nuestra escena cotidiana y hemos escapado al país de nunca jamás, a salvo de las incómodas obligaciones y deberes.

Se parte de la base de que el trabajo, terrible maldición bíblica, es una ocupación inevitable y desagradable de la que hay que liberarse a la mejor ocasión. Por ello, el culto a las vacaciones ha sacralizado esos días vacíos de trabajo, de tal manera que se habla de enfermedades producidas por el regreso a las ocupaciones, aunque también de la ansiedad de quienes no saben qué hacer con el tiempo libre, una vez que han alcanzado el estado beatífico vacacional.

En el fondo de tales desajustes laten los desconciertos característicos de nuestra época y las habituales exageraciones con las que se enfocan en nuestra sociedad mediática las realidades que vivimos.

Una concepción cíclica del tiempo nos haría estar de acuerdo en que debe haber un tiempo para el trabajo y un tiempo para el descanso, como diría el Eclesiastés, pero no como dos estados antagónicos, sino complementarios y orientados a la finalidad y el sentido de la propia existencia. Una filosofía activa y vital nos invita a buscarlos entre la infinita variedad de nuestras posibilidades, siempre más abundantes de lo que estamos dispuestos a admitir. La búsqueda se convierte así en el hilo conductor que unifica nuestras experiencias, superando dicotomías falsas, pues todo cuanto hacemos, sea trabajar o descansar, cambiando de actividad y de horizontes, se encuentra iluminado por una atención que se mantiene despierta en todas las circunstancias.

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No tengo inspiración

¡¡Tengo obras en casa!! Vivo mientras tanto en el pueblo, en una casa que me han prestado mis suegros. Está al lado de un lago y rodeada de monte, pero no me puedo inspirar. Tengo la cabeza llena de azulejos, radiadores, tarimas, colores de la pared y no cabe la inspiración, sino la acción. Acción para intentar que la obra acabe a tiempo, acción para que la mampara esté puesta, para que la encimera sea de la que he pedido y no otra, para que ese enchufe que ha quedado detrás de un radiador salga de ahí inmediatamente, para que al dar al interruptor se encienda la luz adecuada, ¡por favorrrrrrrrr! Para que sí me pongan el decorado elegido en la pared del fondo de la habitación, para que ese decorado llegue de Barcelona antes de que los obreros se hayan ido… Pero qué digo ido, ¡pero si piensan pasar la Navidad en mi casa!! Me dicen que a qué hora comemos las uvas normalmente… Al menos tienen sentido del humor…

Empiezan mis vacaciones y yo no he tenido tiempo de pensar dónde voy, ¿para qué? Si no me queda pasta y me las voy a pasar colocando muebles y libros y lámparas, mientras, eso sí, los obreros siguen terminando la obra del Escorial, que no lo era.

Si yo sólo quería que los niños tuviesen una habitación más grande y de repente te dicen que tienes que pintar y, ya que estás, pues que lo pongas liso, y claro, hay que cambiar el suelo de tu casa, con lo estupendo que es el parquet que lleva ahí toda la vida. Pero si no lo cambias, te quedará la habitación con desnivel. ¿Qué? ¡Desnivel! Noo, poonga tarima, claro, ya la pago yo…, como total voy a tener que acabar haciendo yo horas extras de albañil en algún sitio para poder pagar esto que me presupuestaron por la mitad de lo que va a salir, ¡qué más da!

Y en todo esto, dices: necesito inspiración, no tengo inspiración, necesito vacaciones, no tengo vacaciones, necesito dinero, ¡ya no tengo dinero! Necesito tiempo, ¡¡hala!!, se ha roto la caldera, en medio de esta situación relajante donde las haya, en la que uno tiene toda la capacidad de reacción; lo que necesitabas era más pasta que gastar, más tiempo que perder y más polvo pises donde pises…

Busco la filosofía por los rincones de esa casa preciosa, en la que he vivido tantas cosas entrañables, y la busco en el lago y en el monte, justo mientras me voy corriendo a trabajar a las siete de la mañana y el sol se refleja en el agua, y piensas: mi coche va en la dirección equivocada, páralo y quédate aquí.

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Puedes llegar

Traigo otra canción inspiradora y filosófica. Antes de pasar a la letra y el vídeo correspondiente, recuerdo que en muchos de los centros donde está Nueva Acrópolis se presentan actividades con el lema «Nos han engañado: la filosofía puede ser divertida». Y efectivamente, el siglo XX nos hizo creer que la filosofía era sólo el ejercicio de elucubraciones complejas de unos pocos eruditos. En este sentido, Nueva Acrópolis ha tratado de rescatar el sentido práctico de la filosofía, en cuanto a ser más cercana a las personas, sus inquietudes y sus esquemas mentales.

Con el optimismo o la mentalidad positiva ocurre lo mismo: nos han hecho creer que los pensadores son pesimistas por naturaleza, que este mundo es malo, que vamos a acabar con la Naturaleza, y además, que esto no tiene remedio.

Pues no, nada más lejos de esto. Pero claro, si piensas así, enseguida te encasillan como embaucador, oportunista o similar.

Pero vayamos a la canción.  Fue compuesta e interpretada originalmente en inglés por la cantante de origen cubano Gloria Estefan en 1996, formando parte del álbum «Destiny». Esta canción fue el tema oficial de las Olimpiadas de Atlanta de 1996. Posteriormente se hizo una versión en español, que como podéis ver debajo, no se trata de una traducción literal aunque es bastante fidedigna al original.

Ésta es la letra en español y la original en inglés: Continue reading

Jack el Destripador y la coherencia

El señor luis perrier-gustin, hacía, en mi último post, el siguiente comentario: “Interesante tema. Tal parece que de lo que se trata es de intentar rescatar una virtud, que sería la coherencia, pero primero habría que pensar si se trata de una virtud…”. Para aclarar un poco este tema, nada mejor que un paseo por el frío y neblinoso Londres…

En septiembre de 1888, el jefe de la Policía de Londres, recibió la siguiente carta:

Querido jefe: desde hace días no dejo de oír que la Policía me ha atrapado, pero en realidad todavía no me ha pillado. En mi próximo trabajo le cortaré la oreja a la dama y se la enviaré a la Policía para divertirme. No soporto a cierto tipo de mujeres y no dejaré de destriparlas hasta que haya terminado con ellas. El último es un magnífico trabajo; a la dama en cuestión no le dio tiempo de gritar. Mi cuchillo está tan bien afilado que quiero ponerme manos a la obra ahora mismo. Me gusta mi trabajo y estoy ansioso de empezar de nuevo; pronto tendrá noticias mías y de mi gracioso jueguecito […]

Atentamente, Jack el Destripador.

A partir de esta primera carta, el seudónimo de “Jack el Destripador” saltó a las primeras páginas de los periódicos londinenses y el terror se apoderó de la ciudad. Jack el Destripador tenía un modus operandi muy preciso. Sus víctimas fueron principalmente mujeres, prostitutas de los barrios pobres, a las que degollaba y mutilaba de forma cruel y salvaje. Es curioso que uno de los sospechosos que con más fuerza saltó a la prensa fuera el actor estadounidense Richard Mansfield, que en ese momento se encontraba protagonizando el papel del doctor Jekyll, basada en la novela titulada “El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde” (aprovecho para recomendar su lectura) del escritor Robert Luis Stevenson. Tras descartar al Sr. Mansfield, las pesquisas se centraron en la clase médica; por lo visto, Jack mutilaba a sus víctimas con precisión de cirujano. Al final, todo fue inútil y la identidad de Jack el Destripador ha permanecido siendo un misterio hasta nuestros días.

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Los indignados que mejoraron el mundo

¡Cuántas cosas ha movido la indignación en la Humanidad!

A Gandhi lo encarcelaron por alborotador, indignado en un país donde política era sinónimo de corrupción.

Luther King se indignó porque el color de su piel servía como disculpa para que le negaran su condición humana y se enfrentó a todo el sistema (que se dice pronto). Decía que el valor de un hombre no se mide por su cuenta bancaria ni por el tamaño de su coche, sino por su compromiso con la justicia, y movió con su ejemplo a millones de personas, incluso después de muerto.

Nelson Mandela se pasó 27 años de su vida en una celda y, como él mismo diría más tarde, nunca pudo oír en ese tiempo la risa de un niño. Su indignación le llevó a ser presidente de un país en el que se borró pacíficamente la línea de odio que había separado a blancos y negros. Y lo consiguió con su ejemplo.

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Filosofía y Música

Daniel Barenboim

Daniel BarenboimEn la etapa anterior del Blog del Filósofo Cotidiano recogí, bajo el epígrafe de «filosofía y música», la letra de canciones que tenían a mi juicio algún tipo de contenido filosófico. En esta etapa todavía no he incluido ninguna nueva, pero en esta ocasión quiero extraer unas palabras de una entrevista que concedió el pianista y director de orquesta Daniel Barenboim a Daniel Verdú para el diario El País, el pasado mes de febrero, que fue titulada «La música es filosofía y deporte». En ella hay las siguientes «perlas» de preguntas y respuestas, con algunas frases que he subrayado para destacar:

P. Abrió la temporada de La Scala con Wagner. Y le defendió, una vez más, pese al rechazo que genera en Israel…

R. Wagner fue usado por los nazis como un profeta. Pero hay gente que dice que le odia sin haber oído una nota. Es el problema que existe entre los hechos y la percepción. Fue un genio y un gran compositor abusado por lo que decía.

P. ¿Se puede separar la ética y la estética del creador?

R. No se debería. Pero la música tiene un lado magnífico que permite olvidar muchas cosas. Una bestia como Hitler se emocionaba bañado en lágrimas con el Lohengrin en Bayreuth. ¿Cómo alguien con esa sensibilidad puede tener la crueldad de matar a tanta gente? La única forma de combatir esto es con más educación musical. ¿Cómo se va a entender el asunto de la ética y la estética sin el menor contacto con ella? Parece que la música esté fuera de la existencia, cuando es todo lo contrario: es una expresión del alma humana. Y además, es algo físico. La música es como hacer filosofía y deporte al mismo tiempo. Recortes económicos como los de Italia vienen porque la cultura no es importante para un número suficiente de ciudadanos. Sería más económico invertir en educación que tener que pagar millones para subvencionar teatros y orquestas.

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Una sociedad de teóricos

No pretendo ser, bueno, un poquito sí, irónico. Pero cada día hay más gente que no piensa lo que hace ni hace lo que piensa; hay casos extremos que no hacen ni lo uno ni lo otro. Y esto es grave. Hay millones de teóricos del fútbol, del tenis, de la pintura, de la música, de la literatura. Cada día hay más personas que no luchan por sus sueños. Y todo queda en pura teoría. Hay en las universidades profesores de economía que nunca han tenido empresas, profesores de pintura que nunca han pintado nada, profesores de ética que son, en algunos casos, unos sinvergüenzas, hay profesores de filosofía que nunca tuvieron interés por la verdad. Sin olvidar a los naturalistas que no hacen nada por la naturaleza, a políticos que en sus casas hacen todo lo contrario que dicen, etc. Parece como si estuviéramos perdiendo la capacidad de vivir y de luchar. Todo esto nos lleva al “hombre fragmentado”, que piensa de una forma, siente de otra y habla de otra distinta.

Al filósofo B. Russell también le llamó la atención este fenómeno social y dijo al respecto: «La humanidad tiene una moral doble: una que predica y no practica, y otra que practica y no predica». No sé si es usted de los que predica y no practica o de los que practica y no predica. Ahora, incluso, podemos añadir otra categoría que quizás era insólita en la época de Russell, pero son los más corrientes: los que ni predican ni practican. Estamos ante el grave riesgo señalado por el científico y filósofo francés Blaise Pascal, quien escribió: Si no actúas como piensas, vas a terminar pensando como actúas. O todavía peor: puedes terminar pensando y actuando como te dictan otros.

Yo también estoy harto

Nueva Acrópolis - Acción humanitaria

Voluntarios de Nueva Acrópolis participaron en la Campaña de donación de víveres para de los damnificados de la ola invernal en Colombia en colaboración con la Cruz Roja.En este blog no solemos expresar ninguna opinión «oficial» de Nueva Acrópolis. Lo creamos para expresar opiniones personales, puntos de vista, inquietudes y la forma de ser y de vivir de gente normal y corriente que además son filósofos idealistas. En este blog escribe gente de variada procedencia, de ciudades distintas, de distintos niveles de educación. Hemos tenido personas que han dejado de escribir y otras que se han incorporado. Lo que siempre digo a los que aquí escriben es que traten de mostrar una visión personal. Porque Nueva Acrópolis no es un bloque monolítico y cerrado, sino que está formado por personas, por individuos, miles de ellos, cada uno con su forma de ser y la mayoría con un objetivo común, para tratar de obtener una formación ética y filosófica que haga que este mundo sea mejor.

Sin embargo, Nueva Acrópolis recibe muchas críticas de personas basadas en sus prejuicios acerca de lo que creen que es esta Institución, normalmente sin conocerla, y hablando de oídas. Y por supuesto, sin tener en cuenta a las personas que la forman. Porque somos tan libres como cualquier otro ciudadano y también queremos que se escuche nuestra voz, no que se calle basándose en prejuicios.

Cierto es que en el mundo actual nadie está libre de críticas y que normalmente recibimos numerosos apoyos por la labor que estamos haciendo. Pero en algunos medios de Internet es cansino el cliché que se aplica habitualmente a nuestra Asociación. Es un prejuicio que proviene de críticas de finales de los años setenta y que desde entonces no nos abandona. Se acusa a Nueva Acrópolis de una ideología política que es contraria a sus principios fundacionales y de formar un grupo sectario (una “sekta” que escribía nuestro más reciente ofensor) que también es contrario a nuestro principio de formar un núcleo de personas sin distinciones (sociales, económicas, culturales, sexuales, religiosas, raciales, etc.).

Pues sí, estoy harto porque muchas de las propuestas que queremos hacer por mejorar nuestra sociedad se ven frustradas por esas críticas. ¿Que un músico es invitado a dar un concierto esta semana en un local de Nueva Acrópolis? Se hace una campaña en un foro internauta criticándole por su colaboración con la “sekta” y señalándole con teléfono y email para que los “indignados” le acosen hasta que cambia de parecer. ¿Que en Twitter recordamos la importancia de la mejora ética del individuo para mejorar la sociedad? Pues otra persona critica no la validez de la propuesta sino la procedencia de la misma. ¿Que un adolescente tiene que preparar para la clase de ética un powerpoint sobre sectas? Pues allá que aparece una foto de un grupo nazi que no tiene la más mínima relación con Nueva Acrópolis, para ilustrar textos sobre NA. ¿Que nuevos estudiantes se anotan en alguno de los cursos que promueve Nueva Acrópolis? Pues cuando buscan en Google más información sobre NA, enseguida aparece el calificativo “secta”, lo que les hace dudar de lo que pueden ver y comprobar de primera mano en la sede a la que acuden a sus clases.

Recibimos continuamente trabas para cualquier acción que queremos emprender. Trabajamos en el 99% de los casos sin subvención alguna porque ninguna administración ni empresa se atreve, ante este acoso de críticas por Internet, a concedernos nada, no vaya a ser que se utilice políticamente contra ellos. Nos critica la Iglesia, por prejuicios sectarios. Y nos critican los ateos por lo mismo. Nos critican los partidos de extrema izquierda por prejuicios políticos. Y nos critica la extrema derecha por lo mismo.

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Tiempo de elecciones

Estamos en tiempo de votaciones y me viene a la memoria algo que me llamó la atención al ver el documental “Fábrica de famosos”, de Chris Atkins. Está relacionado con nuestro sistema político y, visto con los ojos de un antiguo griego –ya que a Grecia se le considera la cuna de la democracia–, resultaría peculiar; y es que, en nuestra concepción moderna, cualquiera puede regir los destinos económicos, sociales y culturales de un país. Literalmente.

No hace tanto, vimos en las pantallas de televisión cómo se proponía la posibilidad de que una “princesa del pueblo” se presentara a las elecciones, y fuimos testigos de un espectáculo-sondeo para ver qué respaldo popular tendría. La protagonista en concreto no era economista, socióloga o ingeniera, sino que, más bien, tenía la formación mínima que se exige obligatoriamente a cualquier ciudadano.

Lo que me resulta curioso es que, efectivamente, en muchos sistemas democráticos occidentales se puede dar el caso de que cualquiera conduzca y represente los destinos de millones de personas, independientemente de que sepa o no conducir el suyo propio.

Esto ya ocurrió en Lituania en 2008. Aparte de la valoración moral o personal que se haga de los personajes en cuestión, es de general aceptación que se trata de productos mediáticos, que es la forma de catalogar a aquellos personajes prefabricados que se meten en el salón de estar de nuestras casas a todas horas insistentemente (salvo que apaguemos el televisor, que es una medida muy saludable, aunque difícil para los teleadictos), sin otro mérito que contar sus “cosas” sin ninguna vergüenza, ni recato, ni pudor, ni medida, ni elegancia, ni…

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