Ser filósofo

Hace bastante tiempo  tuve la suerte de entrar en contacto con esta escuela de filosofía que nació del maravilloso impulso del profesor Jorge Ángel Livraga. Desde entonces no sólo no  he dejado de encontrar verdaderos tesoros de conocimiento en las enseñanzas de tantos maestros que han alumbrado a la humanidad, sino que, más importante aún, la filosofía me ha enseñado a despertar la capacidad de ver y comprender por mí mismo, de poder dar y de crecer interiormente en esta maravillosa aventura que es la vida.

Por ese motivo es que quisiera comenzar esta nueva etapa del blog sintiéndome agradecido y recordando al profesor Livraga en el 19 aniversario de su muerte. Gracias a seres humanos como él es posible  que se eleven senderos de concordia, de conocimiento y de esperanza, que permitan el reencuentro del ser humano consigo mismo, con los demás  y con la Unidad de la Vida.

De nuevo el cambio

Cambio

CambioEstamos de «cambio» en el blog. Aunque según el diccionario de la RAE cambiar es «Convertir o mudar algo en otra cosa, frecuentemente su contraria», no es ésa la motivación principal de este cambio.

Hace un par de meses escribía una entrada musical sobre el cambio. Y decía en él:

¿Por qué ahora debe haber otro cambio? Porque pienso que nuestro mundo actual necesita sino una regeneración completa, un gran cambio. Un cambio que comenzando por lo filosófico y por los valores principales de la vida, se extienda a un cambio económico, social y político también, para que al final “todo cambie”.

Me dejé inspirar por este artículo de la Directora Internacional de Nueva Acrópolis que terminaba diciendo:

En nosotros está la elección: o el vulgar miedo al cambio de lo que cambia de todas maneras y nos deja desamparados, o el valor del cambio definitivo que nos convierta en hombres y mujeres firmes y seguros de sí mismos, caminando por la Vida y de frente hacia el Destino.

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Gente luminosa

Gente luminosa

Gente luminosaEn ese continuo movimiento que es nuestra vida nos vamos encontrando con una enorme variedad de seres humanos. Ni aun el más solitario o misántropo puede evitarlo, tal es evidencia. Unos se quedan a nuestro lado mucho tiempo, casi todo, otros se esfuman tras pasar con nosotros temporadas, a veces muy intensas y no volvemos a saber más de ellos, ni siquiera nos los encontramos por la calle, con lo fácil que es en una ciudad de tamaño todavía abordable como la nuestra.

A veces los encuentros, aunque fugaces, dejan una profunda huella en nuestra memoria, sin que podamos explicar racionalmente por qué. Quizá los más especiales son esos seres que aparecen en los momentos gozne de nuestra trayectoria vital y nos hacen descubrir nuevas perspectivas sobre nosotros mismos o sobre el mundo, ensanchando magnánimos nuestros horizontes, enseñándonos valiosos secretos a menudo sin palabras, con sólo el ejemplo.

Todos guardamos en algún rincón de nuestros recuerdos un lugar privilegiado para esa gente luminosa que apareció de manera benéfica en nuestras vidas y de vez en cuando resulta saludable dedicarles unos instantes de reconocimiento. Podría parecer que los relaciono con situaciones extraordinarias, o al menos de esas que se dan pocas veces y no es así ni mucho menos. Si somos capaces de observar a nuestro alrededor veremos que son muchos más si aprendemos a reconocerlos y disfrutar de su presencia.

Me refiero a ese amigo generoso, siempre dispuesto a dejar a un lado su beneficio personal para hacer sitio al de los demás, o a esa compañera de trabajo que aun en medio de las tensiones cotidianas nunca pierde la sonrisa ni la amabilidad, o a ese otro colega que escucha con atención lo que quieras decirle y te responde con sencillez, sin recurrir a la vanidad o al orgullo. Esa gente que sabe ver el lado iluminado de la realidad, porque habita en él, siempre positiva y animosa aun en medio de las dificultades.

Pero podemos apreciar en su inmenso valor lo que significa la gente luminosa porque, por contraste, también nos encontramos con gente sombría, opaca, oscura. La que parece alegrarse con el mal ajeno, o entristecerse cuando las cosas les salen bien a los demás. Esos tan duchos en el arte de la maledicencia, tan dispuestos a elevarse pisoteando a sus víctimas, o simplemente dejándolas caerse sin hacer nada por evitarlo.

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Enredos

enredosHace poco tome prestado de la biblioteca un libro titulado “El espejismo de Dios” de Richard Dawkins. Dawkins es titular de la Charles Simonyi de la Universidad de Oxford y es autor de otro libro muy famoso “El gen egoísta”. En ese libro Dawkins defiende su idea de que Dios no existe, y lo hace muy bien. El libro es ameno, tiene muchas anécdotas escritas con un punto de humor británico que tanto gusta.
Desde luego no pienso no pienso discutir con nadie, ni siquiera con Richard sobre si Dios existe o no. Todos tenemos derecho a creer o a no creer, y vaya por delante que a mí sus creencias personales no me importan y creo que a Dios, si existe, tampoco le importarán mucho. Así que no quiero hablar sobre creencias, pero sí sobre conceptos enredados.

En el prefacio de dicho libro podemos leer: Imagine, con John Lennon, un mundo sin religión. Imagine que no hay terroristas suicidas envueltos en pólvora, que no existe el 11-S o el 7-J, que no hay cruzadas, caza de brujas, ni el Complot de la Pólvora, ni la división de la India, ni las guerras árabes-israelí, ni la persecución de los judíos, como “asesinos de Cristo”, ni los “problemas de Irlanda del Norte, ni la “muertes de honor”, ni telepredicadores. Imagine que no hay talibanes para volar estatuas antiguas, ni decapitaciones, ni blasfemias publicas, ni azotes en la piel de mujeres por enseñar una pulgada de esa misma piel.”
A todo esto se podría añadir muchas más cosas y, por supuesto, a mi me gustaría imaginar, junto con Lennon, Dawkins o con cualquier persona de buena voluntad, un mundo sin todos estos crímenes, manipulaciones y mentiras. Pero ¿qué tiene que ver la religión con esto?

Es verdad que en nombre de Dios se han cometido muchas atrocidades, pero también se han cometido atrocidades en el nombre de la paz, del comunismo, del capitalismo, del petróleo, de la industria maderera e incluso cerca de mi casa se ha cometido varios asesinatos por un aparcamiento. Así que ¿son culpables los aparcamientos de estos crímenes? Es evidente que no.
Son muchos los que caen en este error de confundir a Dios con las ideas e imágenes que sobre Dios tienen las distintas culturas y del uso que de esas imágenes hacemos las personas.
Creo que sea lo que sea en lo que cada uno creamos, siempre se podrá defender con honestidad, sin hacer daño a nadie y sobre todo sin fanatismos religiosos, por supuesto, pero también sin fanatismos materialistas y sin “Enredos”.

La filosofía es un helado de fresa

HELADO FRESA

Qué serios estamos… Esto es un blog de filosofía, pero ¿dónde se encuentra esta? ¿En los amplios tomos sobre sabiduría, sobre verdad, sobre la vida? ¿En las grandes ideas o en los momentos luminosos?

Qué es, no, qué no es filosofía. Porque para alguien entroncado con el eje de la Vida, para el que comprende, para el que busca sentido o para el que lo intenta, ¿qué no es filosofía? Cada momento está lleno de grandeza, cada lugar desde el que miras.

Por eso hicimos un diario de filosofía y no un monográfico, por eso nos gustan las historias de taxistas, las de deportes, las de realidad y también las grandes afirmaciones. Todo lo que está escrito desde el corazón: ese lugar también llamado la Belleza de la Vida.

La filosofía no se define, no se ve, ni siquiera se toca, se sabe, se siente, con esa preciosa intensidad con la que se atraviesa el tiempo, cuando sabes que es eterno…

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La filosofía es unidad

 

En este nuevo impulso, en pleno siglo XXI, por elevar a la filosofía como el verdadero arte que es de buscar el conocimiento y los valores duraderos, estamos muchos seres humanos.

Y creo que todos nos encontramos buscando, en cierto modo, un importante equilibrio entre la mentalidad científica y el impulso trascendente religioso.

Hoy, más que nunca, las religiones necesitan abandonar sus facetas más intransigentes e intolerantes, reconocerse como medios y no como fines, medios para despertar y acercar al ser humano a su faceta más espiritual. Esto, no me cabe duda, acercaría también a las religiones unas a otras. Del mismo modo, cuando la ciencia no teme al misterio, puede ser inspiradora de esa intuición trascendente del ser humano si no olvida que no es un fin en sí misma sino un medio para ayudarnos a descubrir las profundas verdades que la vida esconde.

Estoy convencido de que si la filosofía impregna a la ciencia de una vocación de profundidad en la naturaleza trascendente y ética del ser humano, ambas, ciencia y filosofía empezarán a servir el nexo de unidad entre las muchas religiones enfrentadas… aunque siempre habrá fanáticos y adoradores de la ignorancia entre los creyentes y ateos.

Origen

Hace unos cuantos años pensamos crear una sección dedicada a la filosofía en el cine, pero finalmente no se abrió. No sé si a los lectores de este blog les puede parecer interesante, por si todavía estamos a tiempo.

En ese caso, quisiera comentar una película estrenada recientemente. Se ha traducido al español como “Origen”, y el título original en inglés es “Inception”, lo que me ha llevado a consultar el diccionario para descubrir que significa comienzo, principio. Comentaba con quienes vi la película la riqueza fonético-polisémica (me acabo de inventar esta palabra) de la lengua inglesa a la que los hispanoparlantes a menudo despreciamos por su aparente simplicidad. Y es que la palabra “inception” tiene raíz común con “deception” (decepción) que también aparece en el argumento y con “conception” (concepción) que en su segunda acepción más común se refiere a la capacidad de crear ideas y “conceptos”, implícita en el transcurso de la película.

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El lenguaje del alma

Vivimos en la sociedad de la información, como se la ha definido por la prioridad que damos a todas las tecnologías que puedan mejorar la comunicación entre los seres humanos. Realmente, si tuviésemos que identificar cuál es la característica más destacada del siglo XXI, sería fácil coincidir en referirnos a la de la comunicación como la preocupación y hasta la ocupación dominante. Las técnicas que facilitan la satisfacción de esa necesidad tan importante del ser humano como ser social se han diversificado de tal manera que apenas si conseguimos seguir el ritmo de las innovaciones, tal es la capacidad de renovación de los nuevos ingenios, y cuando apenas nos hemos familiarizado con un soporte, ya nos vemos en la necesidad de revisar y adaptar nuestras habilidades a otro instrumento más sofisticado y refinado.

Tanto volcamos nuestro esfuerzo en responder a la innovación permanente que nos estamos olvidando de cuidar y elaborar, al menos con el mismo tesón, algo tan fundamental como los contenidos que hacemos circular en nuestros afanes comunicativos. Rememorando la vieja fórmula de Mac Luhan, los medios están cobrando más importancia que los propios mensajes, con la correspondiente distorsión y empobrecimiento de los procesos y su consiguiente deshumanización.

En este sentido, llamamos la atención sobre el lenguaje del alma, que queda tantas veces sepultado por la banalidad y los ruidos superficiales. Hay que encontrar una nueva manera de comunicar y compartir las inquietudes profundas, que nos impulsan a los descubrimientos espirituales, esos horizontes de crecimiento interior que se abren ante nuestros ojos. La filosofía nos enseña ese lenguaje, como un código atemporal, que guarda todos los secretos del conocimiento del ser humano y el sentido de la vida. Conociendo las propuestas de los sabios, descubrimos las respuestas a nuestras preguntas más esenciales. Algo se despierta en nosotros y, poco a poco, el velo de lo cotidiano y lo vulgar deja entrever otras dimensiones y otros niveles de la conciencia. Aprendemos a nombrar esas nuevas experiencias, esos territorios recién descubiertos, a entender los símbolos que guardan las grandes ideas, los ideales nobles. Y casi sin darnos cuenta ya estamos hablando el lenguaje del alma y, lo que es mejor, somos comprendidos por los que también lo aprendieron.

La intención

Vivimos tan deprisa que no nos damos cuenta que la mayor parte de las experiencias y circunstancias que nos acontecen en la vida las hemos sembrado con anterioridad.

Es buena práctica preguntarse por la finalidad e intención que anima la mayor parte de nuestros actos. Hacer consciente el para qué de lo que hacemos. El enfoque, el sentido es muy importante, no sólo por el resultado objetivo que producimos a través de nuestros actos, sino por el estado de la conciencia con el que vivimos y por tanto con el que saboreamos cada instante.

La realidad presente y futura la construimos primero en nuestra mente y en nuestro corazón.

Soles y planetas

Un breve reality show en los espacios siderales:

–Mira, Luna, tienes que darte cuenta de que, aun siendo muy influyente, tu luz no es tuya, sino que solo reflejas la que el Sol te da. No debes andar tan vanidosa ni tan presumida. Ya lo sabemos, los hombres te adoran, y las mujeres enloquecen por ti, pero, piénsalo, no serías nada sin el Sol y, además, solo se te ve desde la Tierra, desde otros lugares eres una insignificante mota de polvo.

–Ya lo sé, lo que ocurre es que me tienes es envidia cochina, solo eso. Soy mucho más guapa que tú, doy mi ayuda y mi sostén a los enamorados y mis reglas son obedecidas por muchos seres. Ya ves, las mareas, las emociones, los ciclos femeninos, incluso gobierno los deseos de unión sexual de plantas, animales y hombres… ¿Qué te habrás creído, que yo era una tonta o una cualquiera? Pues no, a pesar de lo que digas…

–Bien, bien… ¡Marte, a ti te hablo! ¿quieres dejar de tratar de gobernar a todo el sistema? La guerra no es para eso, sólo tienes una misión encomendada, y es muy concreta, ya sabes, el valor, la abnegación, la fuerza celeste, la vigilancia… ¿o es que crees que te has vuelto el regidor de los astros? Ve y ocupa humildemente tu lugar, y no te salgas de la órbita que tienes asignada, pues no conseguirás nada con eso, sino solo salirte de tus casillas y desordenar todo el equilibrio, ¿no lo comprendes? Tu sitio no es el de Mercurio, no puedes estar tan cerca del Sol, te abrasarías. Mercurio es pequeño, pero tiene su importante misión. Sin él nadie sabría qué ocurre cerca del Sol, porque, aunque aparentemente insignificante, sabe casi todo de él. ¿Cómo podríamos, si no, hacer cada quien lo que nos es debido?

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