Las semillas y la buena tierra

Mateo 13, 1-23; Lucas 8, 4-14

Aquel día salió Jesús y se sentó junto al lago. Se reunió en torno a él mucha gente, tanta que se subió a una barca y se sentó, mientras la gente estaba de pie en la orilla. Les contó muchas cosas por medio de parábolas:

Salió un sembrador a sembrar. Al hacerlo, parte de la semilla cayó al borde del camino, pero vinieron las aves y se la comieron. Parte cayó en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra; brotó en seguida porque la tierra era poco profunda, pero cuando salió el sol se agostó y se secó porque no tenía raíz ni humedad. Parte cayó entre zarzas, pero estas crecieron y la ahogaron. Finalmente, otra parte cayó en tierra buena y dio mucho fruto.

Los siguientes versículos de estos textos hablan de la explicación sobre cada semilla. En realidad, cada uno podrá darle un significado propio a estas palabras que, por muy marcadas de Iglesia que a algunos les suenen, no son más, ni menos, que enseñanzas atemporales. Si nos sirve Buda o los textos hindúes, los aprendizajes egipcios o los nuevos pensadores, por qué no rescatar un texto de unos 2000 años.

Si queremos ser prácticos, este texto puede estar hablando de clientes, de marketing; si queremos ser místicos, este texto puede estar hablando de aquellos que comprenden el mundo y aquellos que no. Si queremos pensar en personas, puede hablar de amigos; para algunos hablará de mujeres; para otros, de intentos y frutos.

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El arte de hacer el bien

En nuestro esfuerzo por reivindicar la filosofía como una actividad encaminada a liberar el espíritu humano de las servidumbres y los engaños, encontramos definiciones de esa afortunada palabra que los griegos -se dice que fue Pitágoras su inventor- significaron como «amor a la sabiduría», que intentan descubrir matices que su uso y su práctica han ido añadiendo para desvelar una búsqueda del sentido de las cosas.

A pesar de que para la mayoría la filosofía es mera especulación teórica, desconectada de la vida, y perfectamente prescindible en un mundo de acción, no es así como la concibieron los más señalados sabios que se entregaron a ella, sobre todo los que construyeron los cimientos del gran edificio del pensamiento.

En sus referencias vemos siempre esa intención práctica, esa aplicación de lo filosófico a la experiencia cotidiana, y en las biografías de los que la cultivaron, comprobamos que no se encerraron en sus estudios a elucubrar, sino que salieron a la escena del mundo y participaron en ella activamente.

La explicación es que el amor a la sabiduría nos ayuda a vivir realmente, a ser protagonistas de nuestra existencia, sin miedo, asumiendo las propias convicciones, a construirse la propia identidad.

Y sobre todo, la filosofía nos enseña el arte de hacer el bien, es decir, la posibilidad de mejorar el mundo que nos rodea, sin esquivar la responsabilidad moral de conciliar el interés individual y el colectivo, partiendo de un compromiso que surge de nuestra propia autonomía y no depende de lo que hagan o digan los otros.

Tom Sawyer y el secreto de la motivación

El grupo de jóvenes llegó por la mañana temprano, y durante los primeros días las cosas iban muy bien y el trabajo avanzaba a muy buen ritmo. Pero, a medida que pasa el tiempo, el ritmo de trabajo se ralentiza, se vuelve pesado y poco inteligente. En definitiva, se pierde eficacia.

Y este es el motivo por el cual los líderes, tengan estos la finalidad que sea, deportiva, financiera o humanitaria, buscan el secreto de la motivación de la misma manera que los alquimistas buscaban el secreto de la eterna juventud. ¿Cómo motivar? Encontrar el método, la forma de motivar a las personas ha sido un tema sobre el que se ha invertido dinero y mucho tiempo. Y sobre el que se ha pensado, investigado y escrito una enorme cantidad de libros, revistas, ensayos, etc. Pero el secreto lo encontró un golfo sin educación, que creció a orillas del Misisipi: Tom Sawyer.

–¡Hola, compadre!–-le dijo Ben–. Te hacen trabajar, ¿eh?

–¡Ah! ¿Eres tú, Ben? No te había visto.

–Oye, me voy a nadar. ¿No te gustaría venir? Pero, claro, te gustará más trabajar. Claro que te gustará.

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Nos han robado nuestro silencio

«Nos han robado nuestro silencio». Guardo en la memoria esta reflexión de un monje budista de la película Kundum al escuchar en su monasterio las consignas de Mao, repitiéndose machaconamente por megafonía.

El otro día salí del cajero después de haber calculado cuidadosamente lo que me hacía falta para llegar a fin de mes. Mientras fijaba la vista en los números de la cartilla, una moto rugió justo a mi lado, sacándome de mis preocupaciones.

La causante del ruido no fue la moto, claro. Fue el ser humano que estaba metido dentro de aquel enorme casco, y del que no puedo decir si era hombre o mujer. Y fue tal el estruendo que armó que la pobre señora que estaba a mi lado casi salta a la calzada como un resorte.

–¡Hay que ver! Estos jóvenes no tienen respeto por nada –decía la buena mujer.

–Sí, señora, sí, qué razón tiene –la consolé.

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No te quedes quieto

Nada está quieto, la vida corre por donde quiera que miremos. La enorme madre Naturaleza ha sido siempre el mayor libro de instrucciones de esta vida en la que creemos que nos sueltan sin saber cómo desenvolvernos. En ella lo vemos, todo se mueve, continuamente; todo nace, renace, crece, da frutos, entiende y muere, solo para dar más vida. Todo es parte de todo y su esencia es el movimiento, eso sí, lleno de consciencia.

¿Cómo podemos quedarnos quietos? ¿Cómo podemos estar parados en el mismo lugar que hace dos años, en el mismo sentimiento, en las mismas circunstancias? El agua estancada se acaba estropeando, mientras que la más fresca está en los ríos, que no dejan de fluir. ¿Será eso lo que, en ocasiones, nos pasa?

Es cierto que también hay lagos, preciosos, que nos reflejan la belleza de lo que les rodea y del mismo cielo, todo bien conjugado en un paisaje (que, como todos, nos habla de la vida). Pero esos lagos suelen tener una corriente interna, una entrada y salida de agua, un movimiento que les hace mantenerse vivos, aunque parezcan los mismos. Y es que el movimiento interno es tan nutritivo y vivificante como el externo, y mucho más necesario.

El cambio físico, las nuevas empresas y propósitos, los retos, movidos todos por nuestras más profundas motivaciones, son los árboles de nuestro jardín interior. Vamos plantando, recortando, escogiendo, o simplemente admirando y disfrutando de esa misteriosa obra que somos nosotros mismos, que es la vida en sí misma.

No te quedes quieto, no puedes, no es tu naturaleza. Ni te muevas sin un motivo real ni sin conocer tu sentido. Si no sabes qué hacer ahora, comienza a moverte por dentro, conócete, encuéntrate, halla el sentido. Todo comenzará a vibrar a tu alrededor.

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Día Mundial de la Filosofía

Desde hace varios años, la Organización Internacional Filosófica Nueva Acrópolis se ha adherido con entusiasmo a la iniciativa de la UNESCO de celebrar el tercer jueves de Noviembre el Día Mundial de la Filosofía. Como en muchos lugares del mundo, en los que se encuentra implantada nuestra organización, en las sedes españolas se celebran numerosas actividades dedicadas a esta conmemoración: tertulias, cafés filosóficos, charlas-coloquio, etc. En este año, la temática del ciclo se inspira en el lema «Aportes de la filosofía a un mundo en crisis».Día Mundial de la Filosofía 2010

UNESCO

En la labor cotidiana de Nueva Acrópolis, encaminada a promover la filosofía como forma de vida y como método para lograr encontrar una salida a los grandes desafíos de nuestro tiempo, personas de más de cincuenta países en todo el mundo, pertenecientes a las más variadas culturas, encuentran en la Filosofía una experiencia universal integradora y reconocen el patrimonio común de todos los ciudadanos del mundo, encarnado en los filósofos que en todos los tiempos han buscado afanosamente respuestas válidas para las acuciantes inquietudes y preguntas humanas. El diálogo filosófico, apoyado en un estudio comparado de las escuelas de Filosofía de Oriente y Occidente, es una de las maneras más civilizadas de hacer cultura y más universales.

El sueño de una Humanidad armonizada en compartir fines comunes tiene en la Filosofía atemporal una de sus más fiables posibilidades de realización. Así también lo ha comprendido la UNESCO con su invitación a comprobarlo.

Día Mundial de la Filosofía en Facebook

Tiempos difíciles, matemática y mitología

Pues bien; lo que yo quiero son realidades. No les enseñéis a estos muchachos y muchachas otra cosa que realidades. En la vida solo son necesarias las realidades.

Así es como comienza la novela de Charles Dickens Tiempos difíciles, en la cual hace una crítica a la filosofía del utilitarismo del siglo XIX. Pero si preguntamos al profesor: ¿qué es lo real?, lo más probable es que constate:

– Muchachos y muchachas, la realidad es que 1+1=2, no hay mayor realidad que esta. Y esta es la respuesta clásica que nadie o casi nadie pone en duda. ¿Qué puede ser más real, más evidente y más coherente con el mundo que nos rodea que el que una manzana más otra son dos?

Pero yo os confesaré que en casa tengo un mundo donde eso no ocurre; es un espejo, y no es el espejo de Alicia en el país de las maravillas. Es, simplemente, el espejo de mi cuarto de baño. Allí, sobre su superficie, con todo descaro, puedo ver cómo las gotas de agua se saltan esta verdad matemática. Observo cómo van deslizándose, sorteando dificultades, eligiendo cuidadosamente los caminos hasta que, al final, se unen. En su mitología, los griegos llamaron a este hecho Harmonía, y los romanos, Concordia.

Y nada mejor para superar estos “tiempos difíciles”, que tan bien describe Dickens en su novela, como un poco de concordia. Concordia en torno a la realidad de que quizás uno más uno, al final, solo sumen uno.

La Afrodita de Oro

La primera vez que escuché la expresión «Afrodita de Oro» fue en una conferencia del fundador de Nueva Acrópolis, Jorge Ángel Livraga. No recuerdo exactamente el título de la misma, pero sus palabras bien pudieran ser las de este artículo. Entonces yo era uno de esos jóvenes con menos de treinta años físicos a los que él se refería.

Nos vamos a referir a la juventud del alma, a la misteriosa «Afrodita de Oro», a esa bondadosa madre que nos hace ver la parte bella y buena de la Naturaleza y del alma.

Más cercanas en el tiempo son las de Delia Steinberg, que podemos leer en esta dirección, y en las que nos recuerda la necesidad de poner más filosofía en nuestra vida.

Por algo también los griegos clásicos habían descubierto que la «Afrodita de Oro» –o la eterna juventud– late en los corazones que jamás se cierran a los enigmas de la vida, sino que, antes bien, salen decididos a conquistarlos.

La Afrodita de oroLa expresión «Afrodita de Oro» guarda relación con las manzanas de oro de las Hespérides (ninfas del ocaso, hijas de la Noche), que otorgan la inmortalidad a quienes de ellas se alimentan. Una de estas manzanas fue dada a Afrodita, la ganadora del primer concurso de belleza del mundo, y por eso la expresión.

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