
Escrito por LILIA GARCIA CHIAVASSA
Es posible cambiar nuestros hábitos, actitudes y formas de pensar para construir una sociedad mejor.
Habitualmente, antes del comienzo de un nuevo año muchas personas se imponen propósitos para cumplir en el transcurso del siguiente año, como bajar de peso, dejar de fumar, hacer ejercicio, etc. Al cabo de unas semanas, en la mayoría de los casos estos propósitos han caído en el olvido sepultados por la rutina. Tal vez deberíamos preguntarnos si somos conscientes de lo difícil que es cambiar, aunque sin embargo, asistimos atónitos ante el espectáculo de un mundo que cambia permanentemente.
Reconozcamos que cambiar es difícil, muy difícil, pero no es imposible si existe una verdadera voluntad, una motivación profunda y válida para realizar el cambio que deseamos. En la medida de lo posible, debemos evitar contradicciones entre lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos. Aunque esto suene muy lógico, no siempre somos consecuentes con esos tres planos de nuestra propia realidad. Otro factor interesante sería abordar algunos cambios gradualmente, pero con ritmo parejo, evitando caer en altibajos que responden a los propios vaivenes emocionales y energéticos. Aceptemos de antemano que surgirán dificultades que tendremos que intentar resolver siempre desde la armonía.