Catedrales

Querido amigo:

Me ha dado una gran alegría el que me hayas escrito expresándome tus sentimientos y tus pensamientos. Creo que es lo más importante en la convivencia y en la amistad, y que es algo de lo que nos sentimos hoy día faltos. De compartir, no solo nuestros quehaceres, que igualmente es fundamental, sino también lo que las cosas que vivimos o sentimos significan para cada uno. Tú sabes que se pueden vivir las mismas cosas con otras personas y significar cosas muy distintas para cada una. Y cada una sacar conclusiones dispares de las mismas experiencias. Por eso creo que no solo consiste en vivir juntos en lo exterior, sino también vivir juntos en lo interior.

Esto que he citado se ha olvidado mucho en los últimos tiempos, lo que ha llevado a situaciones sin sentido, en las cuales muchas personas colaboraban en las mismas cosas, existiendo una cierta unión en la acción, pero escarbando un poco se descubría que no existía la misma unidad interior. Porque toda acción creo que ha de tener un sentido interior que la promueva y anime, y este sentido es lo más importante, porque es el motor y el corazón de lo que se hace. Supongo que te será fácil encontrar ejemplos para el caso, como a mí se me ocurren muchos.

No solo, por tanto, es importante la acción externa, es mucho más importante el sentido interno de la misma, o acción interna.

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Cosas importantes

Hay días que uno no sabe qué escribir. Será que todo está resuelto, o que en realidad estamos en plena trama humana, luchando por dentro con cosas que nos absorben.

El hombre está siempre enredado en pensamientos y emociones que le llevan: tengo que hacer todo esto, qué bien lo pasé ayer, uf, llego tarde al médico, qué cansado estoy, qué borde el compañero de trabajo, la amo, la amo… Son de todo tipo y densidad.

Todo lo que hacemos es tan importante… Quizás yo hoy no escriba por eso, porque tengo tannnnnto que hacer, tanto que resolver… Pero ¿seguro que todo eso es lo que importa? A veces tengo la sensación de que es justo lo que me aparta de la realidad.

Un día de estos, me voy a dedicar a levantarme siendo consciente de lo perfecto que es mi cuerpito, formas y gustos aparte. Después, cuando me vista, recordaré por qué elegí esa prenda, lo que disfruté comprándola, que está hecha, en parte, de alguna planta como el algodón, que unas manos la hicieron, o que una cabecita la ideó. Hay personas detrás de ella. Cada uno de los que me acompañan en el metro también lo son y apenas me doy cuenta de toda su presencia y realidad.

Haré mi trabajo siendo consciente de que estoy creando algo, de que es importante para otros. Lo haré bien por ello. Pasearé para volver a casa mirando al cielo y miraré más arriba y más arriba. Recordaré lo que hay más allá de la atmósfera, su grandeza e inmensidad e intentaré sentirme parte de ello, porque en realidad seguro que lo soy. Creo que esta será una de las cosas más importantes que haré hoy: recordar quién soy. Luego veré a mis hijos e intentaré enseñarles a distinguir las cosas importantes de las que no lo son. Sonreiré por la calle, intentaré perdonar a alguien hoy, alguien que sigue enredado en sus “mil cosas importantes” y, por ello, no se ha dado cuenta de que me pisó, bien el pie, bien la moral. Hablaré claro si realmente merece la pena hablar, seré sincera…

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Valores

Cualquiera de nosotros a lo largo de su vida ha podido comprobar cómo todos tenemos actitudes y cualidades que nos elevan en nuestra condición humana, y por el contrario, otras que nos rebajan hacia lo peor de nosotros mismos. Desde esas actitudes y valores es desde donde se constituyen nuestras fortalezas para afrontar la adversidad, y gracias a ellos también vivimos los más bellos y enriquecedores momentos.

Entusiasmo, empatía, serenidad, discernimiento, amor, orden, sentido de la justicia, voluntad, concordia…

Más allá de la extraordinaria diversidad de caracteres que configuran la humanidad, parece que estas cualidades son válidas para todos los individuos sin distinción de época, raza o condición social. Es cierto que cada cultura (y por qué no, cada persona), va a desarrollar una aplicación particular, una digamos “moral de costumbres” con la que se identifica. Pero hemos visto a lo largo de la historia cuántas veces esas costumbres llamadas “culturales” se enquistan y pierden de vista los valores universales que la inspiraron, fanatizando y ahogando la vida. Como siempre, las normas no pueden sustituir la necesaria conciencia del bien.

Tendremos, entonces, que esforzarnos en distinguir lo que son una moral temporal de costumbres de los aspectos que verdaderamente podríamos llamar universales y cuyo reconocimiento y desarrollo nos permitan convertir nuestra experiencia personal en una vida plena de realización.

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Música en cantidad

Como aficionado a la música clásica, más de una vez me pregunté si llegaría un día en que ninguna música más me podría sorprender, puesto que la música clásica, «por definición», estaba ya toda escrita en siglos anteriores. Posteriormente me di cuenta de que afortunadamente esto no iba a ocurrir porque la cantidad es tan grande que nunca escuchas todo, porque se siguen descubriendo partituras de músicos clásicos y porque uno va ampliando sus gustos musicales y descubre que, por ejemplo, la música de las bandas sonoras de las películas actuales son la continuación de las sinfonías de dos siglos atrás.

En otra ocasión mencioné que había adquirido un Ipod con capacidad de almacenar cientos y cientos de horas de música. Lo que no había comentado es que lo adquirí de «segunda mano», comprado por Internet a una joven de Texas. El Ipod contenía casi cuatro mil canciones, y no quise tirar a la basura semejante trabajo de recopilación. Más o menos organicé la música por estilos y después he añadido la que a mí me gusta. Tenía cientos de canciones de lo que yo llamaba heavy, de rock o de country. Incluso algo de música clásica y pop comercial. Con el Ipod comprendí lo fácil que era hacer una emisora del tipo de la española Kiss-FM: bastaba tener unas mil canciones (algunos mal pensados dirían que con cien es suficiente), un Ipod y alguna de las posibilidades del mismo: reproducir de forma aleatoria, reproducir lo menos o lo más escuchado, etc. Era capaz de hacer un viaje de siete horas en coche a Madrid con mi propio «Kiss-FM», sin repetir una canción y volver después de la misma manera.

¿Esta enorme cantidad de música disponible está perjudicando nuestra capacidad de apreciación musical? No debería, pues somos muy afortunados de disponer de más cantidad de música, como nunca anteriormente. Y más que se sigue componiendo y que podemos bajar de forma gratuita a nuestro IPOD.

Pero hace pocos días me di cuenta, durante una conversación, de cómo había cambiado mi actitud de escucha musical. Ahora oigo más música que nunca, pero lo hago mientras conduzco, mientras trabajo o mientras camino y me conecto los pequeños auriculares. Cuando una amiga me comentaba los beneficios de escuchar cierto tipo de música en un momento de duelo por la pérdida de algún ser querido, yo le insistía en la importancia del tipo de música. Ella me respondió que lo verdaderamente importante en esa situación era levantarse del sofá o de la cama donde uno se encuentra hundido, dirigirse al reproductor de música, seleccionar un determinado disco y reproducirlo mientras no hacemos ninguna otra cosa.

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Reflejos

Era temprano y estaba en casa. Escuchaba el tañido de bronce de las campanas de alguna iglesia. Siempre resuenan con alguna remembranza dentro de algún lugar de mi interior, pero aún no sé el porqué.

Trataba de adivinar en qué iglesia estaban encaramadas, cerca del cielo. Cádiz es ciudad de muchas iglesias, de muchas campanas. ¿San Lorenzo? ¿San Antonio? ¿La pastora? ¿San Felipe? A saber…

Pensé que sería casi imposible adivinarlo. Los sonidos se reflejan, tanto que, en la montaña, parece que el eco nos contesta desde cualquier lado. El sonido, una vez puesto en marcha, viaja por el aire, golpea los obstáculos en diferentes ángulos, se pone en marcha otra vez, pero en otra dirección, vuelve a reflejarse… Al fin parece que nos envuelve con su vibración.

La palabra vive igual. Suena la mente y el corazón, y resuena una y mil veces, impregna los espacios, reproduciéndose en muchas otras mentes y en otros muchos corazones.

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El hilo de Ariadna

Desde el año 2002, la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) ha establecido que el tercer jueves de noviembre de cada año se celebre el Día Mundial de la Filosofía, promoviendo en todo el mundo el interés por una actividad que históricamente se encuentra en el núcleo de todos los avances civilizatorios de la Humanidad.

Sirva este powerpoint como una humilde contribución en la celebración de este día.

El hilo de Ariadna es símbolo del lazo que une las cosas, aquello que vincula nuestro pasado con el presente, al hombre exterior con el hombre interior, a lo eterno con lo pasajero. Es la riqueza de la sabiduría.

Descarga este powerpoint

Bebé inquietud

Como recomendabas, Tachen, he leído a Ángela y me ha gustado mucho. Y, con tu permiso, comienzo un nuevo post de este tema que nace del tuyo, y me parece lo bastante destacable:

«La inquietud es el alimento del cerebro», o puede que del alma, como decías tú en el comentario que has dejado a Ángela.

Pero…¿de dónde sale la inquietud? Esa es la pregunta del filósofo, te contaba.

Lo realmente difícil (para algunos o a veces) es conseguir inquietud por la vida. De dónde la sacamos, de dónde nace, cuál es su manantial, el árbol que la tiene como fruto, el animal que la pare… ¿cómo comprar inquietud, cómo transmitirla?

Esa es la gran cuestión, ¿o es que si no estuviéramos todos inquietos por la vida no iríamos sonriendo por la calle y hablando un mismo idioma, exentos de conflictos y preocupaciones?

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Más filosofía en blogs

Usualmente intercambio con Abraxas enlaces de blogs que filosófica o culturalmente nos resultan atractivos. Él, que es mucho más metódico y pausado que yo, colecciona estas direcciones, las guarda en su propio blog, y lo que es más admirable, incluso mantiene correspondencia con sus autores.

Entre nosotros hablamos de estos filósofos en la red con una familiaridad como si fuera de amigos de toda la vida. Así conocimos a Brisa urbana, o recientemente a Teresa. Uno de nuestros primeros amigos fue Miguel y su web Boulesis

Yo, que soy más optimista que él, creo que no estamos en crisis, por mucho que lo repitan en todos los medios y que además, humanamente, hay gente extraordinaria por todas partes: entre todos lograremos mejorar el mundo. Él es de los que piensan que esto no tiene remedio y más tarde o más temprano se avecinará un brusco cambio que traerá en primera instancia consecuencias catastróficas. Sin embargo, sigo siendo un idealista (sí, amigo Cyrano, un idealista) y un optimista: con la participación de todos nosotros, cada uno desde su atalaya, y muchos de nosotros unidos en una misma dirección, creo que lograremos superar los problemas del materialismo.

Esta mañana, reforzando mis sueños, he leído a otro de nuestros grandes descubrimientos, la escritora Ángela Becerra, que tiene un blog y una columna en el periódico ADN donde podemos leer cosas tan directas como:

Al final, una llega a la conclusión de que el alimento básico del cerebro es la inquietud: por saber, amar, comprender y razonar. Cuando se logra, la digestión es la paz; cuando no, es el vacío.

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