Adelante

Hace ya cinco años, un banco español, el BBVA, encargó a Xabier San Martín, el compositor y teclista del grupo La Oreja de Van Gogh, una letra para una promoción publicitaria. La jovencísima Naiara Ruz fue elegida para cantarla, y lo que parecía que sería una simple distribución de discos entre las oficinas del banco se convirtió en un éxito musical y en un lema (Adelante) que aún acompaña la publicidad del BBVA.

Después de este éxito, Naiara terminó la licenciatura de Psicopedagogía y formó Ja Ta Ja, un grupo que fusiona flamenco con blues, música árabe, hip hop, danza del vientre. Muy interesante cantante.

Años más tarde, en 2006, la canción fu recuperada por los cantantes de Operación Triunfo y volvió a convertirse en un nuevo éxito de ventas.

Con todos estos datos previos, no vayáis a pensar que traigo aquí esta canción por su éxito comercial o publicitario, sino porque la letra nos da un mensaje optimista de superación, de avance, de aventura, que creo contiene un indudable valor filosófico.

Esta es la letra
Continue reading

Luces

La serpiente siempre fue envidiosa de la luciérnaga

Estaba en el trabajo y tuve que subir a la segunda planta a coger algunas cosas. Pero era sábado, que solo va la mitad de la plantilla, y no había nadie en esa planta. Era temprano y aún no había claridad, así que encendí la luz, fui a mi mesa, cogí lo que necesitaba y vuelta al ascensor. Antes de irme apagué. El «dire» es como aquellas viejas de antes, que siempre iban detrás de ti apagándote la luz.

Apagué la luz, como digo, y me fui para el ascensor. A mitad de camino no veía absolutamente nada. Me paré y pensé: ¿Qué hago? ¿Me vuelvo, enciendo, doy la vuelta, llamo al ascensor, me vuelvo, apago y me vuelvo a volver? Pero siempre en estos casos me subyuga la pequeña prueba que se me presenta y no hice nada de eso. Me concentré, tratando de penetrar la oscuridad. No era posible. Estaba en una planta donde no entra casi luz externa, y además no había aún ninguna luz que pudiera entrar. Me planteé la distancia que podía haber hasta el ascensor. Tres metros, más o menos, pensé. Recurriré al tacto. También lo hacen los ciegos. Pero podría perfectamente haber algún obstáculo en el suelo que no hubiera visto al entrar. Puede ser. Estábamos en plena obra en el edificio, y a veces te encontrabas las cosas más peregrinas en medio del suelo. Bien, iré arrastrando los pies, lentamente.

Y así, deslizando los pies por la moqueta, las manos en postura de sonámbulo de los tebeos y los ojos desmesuradamente abiertos, llegué a la pared del ascensor. La fui palpando lentamente, buscando el botón. Debo tener cuidado –pensé–. De los dos botones que hay, uno de ellos está descarnado. Te puede dar un buen calambrazo. Hay que buscar el otro, el que funciona. Es fácil porque tiene el botón y resalta.

La idea era que el botón que funciona, además de llamar al ascensor, es de los que se iluminan, y al apretarlo tendría luz.

Al fin, ¡éxito total! Di con el botón, no toqué el otro, que da calambre, funcionó, es decir, se oyó un ruido lejano, señal de que la cabina había recibido la orden. El botón se iluminó.

Continue reading

¿Para qué sirve?

Hace tiempo leí en un artículo de arte que la belleza de un cuadro no está tanto en la pintura como en la mirada del observador. Recuerdo que eso me impactó, porque estaba diciendo que da igual lo bella que sea una obra de arte; si el espectador no tiene dentro de sí algo de artista, de sensibilidad para lo bello, esa obra de arte no le servirá de nada, será lo mismo que mirar cualquier otro cuadro sin calidad artística, no se dará la experiencia de reverberación que permite vibrar en sintonía. Quizá por eso el arte moderno ha tomado otros caminos…

Pero algo parecido sucede con el saber, con la comprensión de las cosas. Ya Platón nos hablaba de la mayéutica, el arte de enseñar haciendo que el saber brote de uno mismo, pues en realidad se trataría de “recordar” y no tanto de aprender algo nuevo. También Nietzsche es muy claro cuando dice en su libro Ecce Homo: “En última instancia, nadie puede escuchar en las cosas, incluidos los libros, más de lo que ya sabe. Se carece de oídos para escuchar aquello a lo cual no se tiene acceso desde la vivencia”. Y añade que el problema grave sucede cuando no se oye nada, pues surge la ilusión de que en realidad no hay nada que oír.

De ahí la pregunta que da título a esta reflexión, para qué escribir nada si tan solo seremos entendidos por aquellos que ya lo sabían, para los que nuestra exposición no es nueva, entrando así en un círculo vicioso que se retroalimenta, que como mucho crea la sensación de seguridad, de estar en lo cierto entre los que sí nos entendemos. Para qué sirve entonces tanto esfuerzo.

Me consuelo al pensar que esto no es del todo cierto, que además de aquellos que ya saben y por eso comprenden (o creen saber y comprender), hay otro tipo de personas, los que sin saber necesitan comprender, y esa necesidad sincera se expresa de forma poco clara pero con mucha fuerza, tomando a veces la forma de la rebeldía, del inconformismo, de la búsqueda insaciable entre libros, amigos, experiencias, viajes, etc., etc. A los ojos de los que no sufren (o gozan) esta necesidad, parecerá que estos buscadores están “enfermos”, y entonces viene a mi memoria una frase de Jodorowsky que dice: ”El arte que no cura no es verdadero arte”.

Mar adentro

Hacía tiempo que no se veían. Ambos estaban distintos. La cara era la misma, con alguna marca más que señalaba el paso de los días, unos dulces, otros largos y, a pesar de todo, para crecer.

Ella guardaba una mirada soleada, bella como antes, sabia más que nunca, más bien madura. Él mostraba actividad por doquier, inquietud alegre, multitud de proyectos pendientes contaban su estado.

Todos los recuerdos traídos al ahora les iban calando con emocionante ternura. La sensación de haber sido uno, más que dos, llenaba aquella cálida terraza del paseo arbolado en la que hoy, el aroma lo daba el pasado.

En un golpe de luz venida de cualquier parte, él se dio cuenta de que todos los proyectos estaban realizados, todo lo pendiente conseguido. Bastaba con parar, con ser, uno solo otra vez. Ya no había ninguna sombra tras la que correr. Ella dejó de sentirse sola, de esperar.

Continue reading

Pensamientos sobre la paz

En el Día Mundial por la Paz, pensamientos…

  • Los tratados basados en intereses socioeconómicos, si no tienen un respaldo de verdadera formación y cultura humanista de las sociedades en la fraternidad y unidad esencial de la humanidad, no funcionan; simplemente, posponen los conflictos, mientras crece el resentimiento y el odio. La paz no se impone, sino que nace de la calidad humana, alejada de los fundamentalismos. los egoísmos y los miedos.

Continue reading

Somos la eÑe

Ya sé que algunos pensarán: “ya está Tachen hablando otra vez de baloncesto”, pero en realidad espero seguir refiriéndome a filosofía cotidiana. Cuando el equipo español ganó el Campeonato del Mundo de Baloncesto, aproveché para hablar del trabajo en equipo. En esta ocasión, con el buen resultado en el Campeonato Europeo, y a propósito del lema con el que se calificó a la selección española, hablaré sobre lo que nos une y lo que nos diferencia.

El éxito de la selección española ha estado basado de nuevo en la unión y sacrificio de las individualidades de los componentes de este equipo. Símbolo de ello (¡ay, la importancia de los símbolos en este mundo que parece tan materialista!, pero esto puede ser objeto de otro blog) es esa eÑe que ha aparecido en banderas y camisetas, en lemas (somos la eÑe o eñemanía) y acrónimos (ÑBA).

Hasta ahora habíamos pensado que la eÑe es lo que nos diferenciaba de los demás, al modo en que los griegos querían diferenciarse de los bárbaros por medio de su lengua, su escritura o su cultura. Sólo Alejandro tuvo el sueño de poder unir Oriente y Occidente, sueño que duró hasta su muerte. Los romanos, desde la época de Augusto, heredaron este sueño: lo importante no era dividir, sino integrar, hacer ciudadanos romanos a todos los conquistados, para así hacer más grande a Roma.

Pero la eÑe ha conseguido unir a jugadores y aficionados, de distintas partes de España, de distintos clubs, todos animando a un mismo equipo. Un mal heredado del excesivo afán analítico del racionalismo de la época actual es el interés por clasificar todo basándose en las diferencias. Y aunque puede ser un método útil para las cosas materiales, es nefasto para los hombres. En Europa sabemos algo de esto, porque en los últimos treinta años solo se buscan las diferencias para hacer un nuevo país, una nueva comunidad, algo distinto. Lengua, raza, religión, cultura, todo sirve para marcar que somos distintos y, por lo tanto, necesitamos separarnos de los demás.

Olvidamos que por encima de todas las diferencias, lo importante es lo que nos une. Dicho en palabras de Saint Exupéry: Continue reading

Mundo visible y mundo invisible

En nuestros días se están impregnando los seres humanos de la idea de que toda la vida gira en torno a lo que resulta visible. Lo que no es visible no existe.

Evidentemente esta idea, difundida interesadamente por aquellos a los que beneficia, está carente del más elemental sentido común.

A nadie se le ocurriría negar la existencia de la amistad, por ejemplo, cuando es notorio que su esencia es invisible e intangible.

Y como la amistad, el cariño, el amor, el juego, la envidia, la mentira, la honradez, la educación, la salud, la fuerza, la alegría, la tristeza, la música, la armonía, el equilibrio y todas las demás cosas que se os pueden ocurrir.

“Una imagen vale más que mil palabras” es el lema. Si no se ve, no me hables de ello. Enséñamelo y lo entenderé.

Continue reading

Sobre discípulos y maestros, profesores y alumnos

Como todos los años por estas fechas de septiembre, miles de niños comienzan el curso escolar, y otros tantos profesores afrontan la avalancha de niños, y de nuevo veremos jóvenes que no se toman en serio sus estudios, chavales que no conocen el respeto debido a sus profesores, y profesionales de la enseñanza que hacen lo que pueden, no sin cierto desespero, ante la situación de las cosas. Y sin entrar en el tema de la educación, pues no soy quién, sí quiero traer a la memoria de todos, por afinar criterios, el viejo significado de lo que es un maestro, y por extensión del discípulo, conceptos que han sido muy utilizados y, quizá por ello, han perdido gran carga de su sentido al confundirse con palabras como “gurú” y “adepto”.

En este sentido el diccionario de la RAE no nos es de mucha ayuda, pues no alcanza a expresar las sutiles diferencias entre unos y otros. Veamos: hasta donde yo entiendo, un profesor enseña una ciencia, un conocimiento que es intelectual, que se memoriza y se comprende. Pero un maestro puede enseñar todo esto y además la vivencia de la enseñanza, o al menos guiarnos para poder vivirla; por eso hoy en día esta expresión se utiliza sobre todo en las artes, y especialmente en la música, pues se trata de un conocimiento que requiere por nuestra parte vivirlo, sentir la música e interpretarla, de forma que hacemos nuestro ese saber. Por su parte, un “gurú”, tal y como se entiende normalmente, es alguien que enseña una doctrina, algo en lo que creer, un camino supuestamente espiritual con todo su abanico de normas morales.

Así pues, encontramos que un profesor tiene alumnos que aprenden una enseñanza intelectual, un maestro tiene discípulos que viven y hacen suya las enseñanzas, y un gurú tiene adeptos llenos de fe por su doctrina.

De las tres posibilidades prefiero la del maestro, pues el profesor, al enseñar algo de manera intelectual, se suele alejar del interés de sus alumnos tan llenos de vida. Y un gurú no es admisible en ningún sistema serio de enseñanza ¿Acaso son poseedores de la verdad, alguien lo es?

Continue reading

Raíces

Escuché decir que un árbol es el símbolo más perfecto de muchos seres del universo, entre ellos del hombre.

El árbol tiene raíces enterradas, en otro mundo, el interior, que no vemos. De ahí toma su alimento de la tierra, disuelto en agua del cielo. Su tronco se eleva hacia lo alto, y se abre en infinitas ramas que albergan infinitas hojas verdes, con las que se nutre directamente del Sol, porque sabe transformar la energía del astro rey en vida para sí mismo.

De una estrella del cielo a su alma, terrena y celeste.

Llegado el momento propicio, abre sus flores, sus hermosas flores, a las que son atraídos pequeños insectos que buscan su néctar, su puro néctar, para transformarlo en miel y otros alimentos. Y ello hace que sean fecundas, que esas flores, en el sacrificio de su belleza, den vida a los frutos, portadores de semillas de muchos otros árboles, los que, una vez en contacto con la tierra y si encuentran su lugar fecundo, perpetuarán su existencia, y la extenderán por toda la tierra.

Su copa es nido de pájaros, lugar de vida y albergue de músicos cantores, su sombra es benéfica, sus frutos son alimento para otros seres de la naturaleza, sus flores son fuente de ambrosía y de belleza.

Continue reading